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/ 6 octubre 2025

MAGUEY: ÁRBOL DE LAS MARAVILLAS

El tequila, hijo del maguey y símbolo nacional, guarda una historia de arte, cultura y personajes que lo hicieron leyenda.

Quisieron las estrellas de las letras dar o tropezarme con un excelente libro de investigación sobre una planta mexicana de la cual se obtiene una bebida nacional la cual es acaparada en varias partes del mundo por ser una de las bebidas más rudas: el tequila. Y el tequila tiene como semilla al maguey, planta la cual uno de los primeros ibéricos en dejarlo por escrito en su estancia en el país, Joseph de Acosta, bautizó como “árbol de las maravillas.”

En su libro “Historia Natural y Moral de las Indias”, De Acosta escribió textualmente: “El árbol de las maravillas es el maguey, de que los nuevos o chapetones (como en Indias les llaman), suelen escribir milagros, de que da agua y vino y aceite y vinagre, y miel y arrope e hilo, de aguja, y otras cien cosas El es un árbol que en Nueva España estiman mucho de los indios, y de ordinario tienen en su habitación alguna o algunos de este género...”

El libro del cual procede la cita (se lee tan apasionadamente como una novela), es “La historia del tequila, de sus regiones y sus hombres” de la autoría de Rogelio Luna Zamora, editorial CNCA. Gran, gran investigación la cual nos da un panorama completo en todos los sentidos: historia, descubrimiento, explotación, economía, control de precios, adulteración y claro, su panorama social y su consumo como bebida alcohólica. De lo cual nos cuenta, no siempre fue así.

En la década de los setenta del siglo pasado, en San Miguel de Allende, Guanajuato, en el fondo del bar “La cucaracha”, periódicamente se veía a un gringo extraviado entre un sombrero de ala ancha, lentes oscuros, las volutas de humo de su cigarrillo y un vaso de tequila en la mano. Un parroquiano más sin duda alguna; sí, pero da la casualidad lo siguiente, dicho parroquiano era nada más y nada menos el escritor norteamericano Tennessee Williams, autor de la famosa obra de teatro “Un tranvía llamado deseo.”

En el libro arriba deletreado, el autor nos transcribe un largo fragmento de una obra inconseguible, la del franciscano Francisco Ximénez, quien en el siglo XVI dejó en letra redonda los múltiples usos de la planta de alto prodigio llamada maguey: servía como vallado, las hojas como tejas en sus chozas, los tallos como vigas, se hacen hilos de sus hojas para hacer alpargatas, lienzos y todo tipo de ropa; costales, agujas para coser de sus espinas; de su esencia y al cortarlo, mana zumo o licor del cual se hace miel, vino, vinagre, azúcar... Con este zumo cuenta el franciscano, se “ablanda el vientre, se mueve la orina, purifica los riñones y la vejiga, quiebra las piedras...”

Un escritor el cual a todos gusta, el malogrado chileno Roberto Bolaño, en dos de sus textos, “Putas asesinas” y “Llamadas telefónicas”, dejó como coctel a disfrutar, su preferido en la vida real: el “charro negro”, mezcla a base de tequila, Coca-Cola y zumo de lima.

Pues sí, con un vaso de tequila todos somos felices. Ya luego veremos en la resaca.

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Jesús R. Cedillo
por
Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete Premios de Periodismo Cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.
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