Todo es jolgorio, fiesta, chacota, celebración. Todo es fiesta perpetua para el ciudadano mexicano. Así hemos sido, así vamos a seguir siendo. ¿Está en nuestro ADN? Pues vaya usted a saber estimado lector, pero yo lo afirmo. Vea un azaroso recuento: ¿gana nuestro equipo favorito? Hay que hacer urgentemente una carne asada y celebrar. ¿Pierde nuestro equipo? Pues hay que hacer una carne asada para platicar los motivos de semejante derrota. ¿El bautizo del hijo de nuestro compadre? Obliga jolgorio. ¿La niña sale graduada? Obliga celebrarla.
¿Día de muertos? Pues nosotros los vivos, hay que recordar a nuestros muertos con comida, mezcal, tequila, pan de muerto y chocolate. ¿Lo notó? En México todo es motivo de fiesta y celebración y comida ritual. Pero caray, sólo a nosotros los mexicanos se nos ocurre eso: comernos a los muertos. Pan de muerto. En fin, así somos los mexicanos y así hemos sido. Desde siempre: primero la fiesta y jolgorio y luego el arrepentimiento.
En el libro “Las Relaciones histórico-geográficas de Tabasco” se lee a la letra: “Tenían por costumbre, especialmente los indios chontales, no comer sino solo beber, y si comían era muy poco, y bebían una bebida que se hace de la moneda suya, que es el cacao, de suerte que se hace un brebaje algo espeso, el cual es grande mantenimiento, y asimismo otro de maíz cocido que se dice pozol... Hacen alguno de estos acedo para beber con las calores, porque es fresco y esto es lo más sano. Todos estos brebajes se muelen en sus piedras de moler y esto tienen de costumbre: moler desde que amanece hasta que anochece, unas veces éstas y otras el pan de maíz...”
Pan de maíz, pan de muerto, tortillas... Pues sí, usted lo sabe mejor que yo, en las culturas precolombinas, la moneda de uso, cambio y trueque era el cacao. Ya luego y debido a la colonización de América por parte de los españoles, el cacao y el chocolate, como todo lo americano, terminó aclimatado en Europa y en el mundo. Nosotros aportamos el cacao al mundo, ellos nos dejaron cuentecillas de vidrio y espejitos los cuales eran monedas.
Y en esta época de muertos, nada se compara a comer “pan de muerto” (insisto, caray, sólo a nosotros se nos ocurre lo anterior, comer un muerto; su símbolo, vaya) y claro, sin faltar un buen chocolate a un lado. ¿Qué es un buen chocolate caliente o dulce en barra? Para Julio Cortázar, es una sensación de esperanza, una “felicidad anticipada.” El fragmento es: “Mi conducta de lector, tanto en mi juventud como en la actualidad, es profundamente humilde. Es decir, te va a parecer quizá ingenuo y tonto, pero cuando yo abro un libro lo abro como puedo abrir un paquete de chocolate, o entrar en el cine, o llegar por primera vez a la cama de una mujer que deseo; es decir, es una sensación de esperanza, de felicidad anticipada, de que todo va a ser bello, de que todo va a ser hermoso.” Caray, vea usted la ecuación: la lectura es como un chocolate, como ir al cine, como hacer el amor con la mujer adorada, lo cual al final, se convierte en una sensación beatífica, casi eterna.