Malamente, la política como tal es un tema que siempre me pareció tedioso, nacional o internacional; sin embargo, el morbo por leer a Anabel Hernández y su admirable trabajo de investigación para escribir “Emma y las otras señoras del narco” hicieron que me saliera de mi zona de confort en lo que a literatura respecta.
Tengo que ser honesta, es un libro que duele, no solo por los datos y la sensación de impunidad ante una realidad que no podemos maquillar; la pregunta es: ¿qué podemos hacer para mejorar las circunstancias de las mujeres y los hombres jóvenes para que puedan aspirar a un plan de vida humanamente digno?
Lo primero, desde mi humilde opinión, es hacernos otra pregunta con menos aspiraciones heróicas. Usted se ha preguntado ¿cuáles son las aspiraciones que le fueron arrebatadas por la cotidianidad de su entorno? Ahí le va con peras y manzanas; no me malinterprete, sé que usted comprende en su totalidad mi pregunta, pero es necesario dejar claro a lo que hago referencia.
Ponga como ejemplo a sus abuelas o abuelos, hay que tomar en cuenta la época, el género, los valores de su familia, la economía familiar y la accesibilidad que tuvieron a la educación.
Esto es lo que conforma las circunstancias de un individuo. ¿Y cómo se arrebata una aspiración? Imagine que su abuela era excepcional en sus clases de arte, pero por ser mujer sabía que ese placer era momentáneo y exclusivo de las clases de arte; tenía claro que, más pronto que tarde, estaría formando una familia como debe de ser... Y así fue. ¿Qué hubiera pasado si en su circunstancia alguien la inspirara y la apoyara en buscar un sueño a través del arte?
O el abuelo quizá quería ser trotamundos o ingeniero, pero sus circunstancias lo empujaron a buscar el bien económico de la futura familia que debía proveer por haber nacido hombre, y lo tenía claro desde que era solo un lepe...
Lo invito el próximo martes 23 de agosto a las 7 pm, haré un en vivo en mi cuenta de instagram @mariaarquieta para hablar más ampliamente del tema, responder sus dudas y escuchar sus opiniones. Me despido por esta ocasión, su siempre agradecida tapatía