Especialistas
/ 7 diciembre 2025

UNA SOPA DE LENTEJAS, POR FAVOR

Un elogio a la sopa de lentejas: alimento humilde, bíblico y esencial, reivindicado como manjar en la mesa y en la historia.

Si usted me ha leído con frecuencia en este generoso espacio dominical, no pocas veces he reiterado mi predilección en la tabla: una humilde, bíblica y vaporosa sopa de lentejas. Se acercan las posadas y cenas votivas por fin de año y Navidades. Hay platillos de “batalla”, pero lo que a mi se me antoja y siempre, una bien hecha sopa de lentejas.

Alimento bíblico, no pocas veces se le ha etiquetado como un alimento llamado tradicionalmente “la carne del pobre.” Aparece un dictado de la sociología del consumo: lentejas/pobreza; un salmón, es riqueza y opulencia. En mi caso, no lo creo. Las lentejas tienen mala fama. Se asocia con la venta de la primogenitura por una sopa de esta legumbre (también lo son los frijoles, cacahuates...) por parte de Esaú en el Libro del Génesis 25:34. No pocas veces a los tristes, a los deprimidos, a los melancólicos de corazón, se les advierte de no consumir lentejas las cuales contribuyen a la ictericia. También lo dudo.

Su alto contenido proteínico las hace insoslayables en el banquete diario. En la Grecia clásica, las legumbres se asociaban con la pobreza; la carne, claro, con la riqueza. Por ello desde siempre se ha recomendado su ingesta. Atribuidos a Salomón, en Proverbios 15:17 se lee: “Vale más ser convidado a comer lentejas en la casa del que nos ama, que ser invitado a comer un ternero cebado en la casa del que nos odia.”

Y esto me recuerda las palabras de mi maestro erudito en el desaparecido ISER, Felipe de Jesús Balderas quien, cuando convocaba a alguna tertulia, decía: “No importa la comidita maestro Cedillo, sino los pajaritos para la buena charla.” Parte tiene razón mi maestro, pero lo ideal es conjugar los dos motivos en la tabla: buena comida y tertulia.

Pero sin duda, el mejor episodio bíblico el cual retrata la importancia de las legumbres, de las lentejas, es en el primer capítulo del Libro de Daniel. Una joya, un elogio. Cito en extenso: “Dijo entonces Daniel a Malasal, al cual el prefecto de los eunucos había encargado el cuidado de Daniel, de Ananías, de Misael y de Azarías: ‘Suplícote que hagas la prueba con nosotros tus siervos por espacio de diez días, y désenos legumbres para comer y agua para beber, y observa nuestras caras y las caras de los jóvenes que comen de la vianda del rey.”

“Oída por Malasal la propuesta de Daniel, hizo con ellos la prueba por diez días. Y al cabo de los diez días aparecieron de mejor color sus rostros, y más llenos que los de todos los jóvenes que comían las viandas del rey. Malasal pues, tornaba para sí las viandas y el vino que ellos habían de beber y les daba de comer lentejas...”

Lentejas, soya, chícharos, garbanzos, habas, frijoles, alubias blancas o rojas; todas son un manjar, siempre. La dieta de Daniel los salvó de la aniquilación y de ser devorados. Mucho por explorar.

Jesús R. Cedillo
por
Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete Premios de Periodismo Cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.
Historias 360