Especialistas
/ 4 mayo 2025

TÉ A LAS 5 CON MR. ELIOT

Hay tres placeres que jamás nos agotan, jamás envejecen y, sí, por ellos somos esto con lo cual estamos armados y, en esencia, somos seres humanos. Humanos forjando eso llamado civilización y cultura. Hay tres actividades fundamentales que nos otorgan eso llamado, precisamente, humanidad. Tal vez por esto, y sólo por esto, en verdad somos hijos de Dios.

Y como somos sus hijos, pues debemos hacer honor de ello. Y el mejor honor es poniendo en práctica estos tres placeres: la lectura (la escritura en mi caso), la comida y bebida, y el sexo. Espero no cometer una infidencia, pero luego de hartas horas de charla con comida y buen trago, llegamos a esta sabia conclusión el abogado Gerardo Blanco Guerra y quien esto escribe en pretérita tertulia. Sin duda, somos unos sabios. Sabios en bancarrota, pero al final de cuentas, con el placer y disfrute estético de lo anterior en nuestros seis sentidos.

Y sucede una cosa con la obra de los grandes maestros que nos han dado humanidad: Gabriel García Márquez, Michel de Montaigne, William Shakespeare, Dante Alighieri, Mario Vargas Llosa, el divino ciego Homero; y ese poeta, uno de mis favoritos, T. S. Eliot. Avanzamos: usted va al anaquel, saca un libro de los anteriores deletreados al azar, lo abre cerrando los ojos, piensa usted un cuestionamiento y pone su dedo índice al arbitrio en cualquier línea donde éste caiga y descanse: allí habrá una respuesta.

Estos autores fueron tocados por el mismísimo Dios y en sus letras está condensado el universo todo. Hoy nos vamos a dilatar y deleitarnos con un buen té con Mr. Eliot, todo bajo el palio puntual de las 5 p.m. Sí, cuando la vida se detiene. Entonces, la luz amarillenta, ceniza y difusa, en un Londres navegando en sus aguas eternas, arropa a sus nativos y viajeros. Es obligado, pues, hacer un alto en el camino y disfrutar de ese ritual muy inglés, muy oriental: la ceremonia del té.

Y paradoja el día de hoy en este encuentro dominical: lo vamos a disfrutar no con un inglés, sino con un norteamericano avecindado allá, de la mano y sus versos. Es T. S. Eliot (1888-1965), Premio Nobel de las letras. Para desgracia mía y de usted, le voy a presentar versos sueltos, fragmentos de un puzle gigantesco que es la obra elioteana. Remito al lector a sus libros. Recomiendo: “Poesías reunidas 1909-1962”, Alianza Editorial, versión e introducción de José María Valverde. Puf, ya me acabé el espacio. Lea usted someramente...

“¿Debería yo, después del té con pasta y helados, / tener la energía de forzar el momento hasta su crisis?” Otro verso: “después de las novelas, después de las tazas de té, después / de las faldas que se arrastran por los suelos...”

En el poema Retrato de una dama hay un verso, un parágrafo machacón: “Yo seguiré sentada, sirviendo el té a los amigos...”

Gran final por lo pronto, lea: “La mañana llega a tener conciencia / de leves olores rancios de cerveza.” Caray, poesía en estado puro. Regresaré con un tríptico.

Jesús R. Cedillo
por
Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de méxico. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la uadec en diversos géneros periodísticos.
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