Existen cinco características que ayudan a definir el perfil de un vino, las cuales son: Dulzor, acidez, taninos, alcohol y cuerpo
La dulzura en el vino se deriva del azúcar residual. El vino principalmente obtiene su dulzor del azúcar de la uva (glucosa y fructosa) las cuales se quedan sin fermentar, a esto le llamamos azúcar residual. En función de esta cantidad de azúcares residuales, el vino puede ser: seco, semiseco, semidulce, dulce y muy dulce.
La acidez juega un papel fundamental ya que influye directa y positivamente para la conservación del vino. La acidez de un vino se compone de ácidos en estado libre o compuesto, unos derivado de la uva como lo es el tartárico, málico y cítrico, y otros de los distintos procesos de fermentación como el acético y láctico.
Los taninos están presentes en las pepitas que son las semillas de la uva, raspones, piel de la uva y en las barricas. Los vinos con mayor tanicidad son Cabernet Sauvignon, Tannat, Petit Verdot, para percibir los taninos con mayor facilidad hay que enfocarnos en la textura de la lengua. Un vino con alto contenido de tanino eliminará las proteínas de la lengua, causando una sensación de sequedad.
El alcohol en el vino proviene de la levadura que convierte el mosto de uva (azúcar) en etanol. El alcohol es el vehículo por el cual los aromas viajan desde la superficie del vino hasta la nariz. El alcohol también añade viscosidad al vino. Puedes sentir el alcohol en la parte posterior de tu garganta como una sensación de ardor.
El cuerpo del vino hace referencia a la densidad del vino. Los vinos de cuerpo ligero tienen mayor acidez, menor alcohol, menor dulzor y menores taninos. Los vinos con cuerpo completo tienen menor acidez, mayor alcohol, mayor tanicidad y menor dulzor.
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LA AUTORA
Sommelier certificada por la Association de la Sommellerie Internationale y la Asosiación de Sommeliers Mexicanos.
