Nos encontramos en la semana de Pascua y con ella un tiempo de celebrar que Jesús ha resucitado, que quiere regalarnos la Pascua para vivir con él y en él, que nos invita a nacer de nuevo, olvidar el pasado, vivir el presente, vivir con calidad y en calidad. El tiempo que tenemos es en esta vida es prestado, es limitado, y es urgente que decidamos cómo queremos vivir, en qué queremos invertir nuestras energías y nuestro tiempo, y nos dediquemos a hacer y vivir, eso que nos apasiona y en la cual radica nuestra misión de vida.
Y es que ya estamos en pausa en esta pandemia, y en un segundo se llega la mitad del año y no podemos seguir cargando todavía las ataduras, cargas y maletas que nos alejan de la felicidad y de la alegría. Por eso hoy te invito a preguntarte... ¿Qué es lo que hoy ocupa en tu vida, la alegría o la tristeza? Han calado en ti las palabras profundas de Jesús “He resucitado, yo estoy contigo” o te hace falta reconocer qué quiere decirte Jesús esta semana de Pascua.
Me encontré con este pequeño pensamiento, del cuál desconozco el autor, pero me parece demasiado asertivo, cierto, divino, y bajado a la tierra para esta semana y renovar nuestros corazones y recordar con esperanza que sea lo que sea que estemos viviendo, y aún dentro del dolor, estamos acompañados y llenos de la gracia de Dios.
“Acá estoy, junto a ustedes, para hacer nuevas las cosas.
No teman, todo terminará bien:
Están en mis manos. Jamás los abandonaré.
Amen lo que son y sus circunstancias.
Amen lo que más les gusta de ustedes mismos y amen sus sombras.
Quiéranlas y acéptenlas, son parte de ustedes, los trajeron hasta dónde están hoy.
Conozco sus pesares y dolores, sus luces y sombras, y los amo en su totalidad.
Ámense también ustedes.
Ámense los unos a los otros.
Ámense y caminen juntos.
Sopórtense, ténganse paciencia y vean más allá de los hechos.
Vean el corazón del otro.”
Y lo recibí de manera natural cómo un mensaje divino para mi. Ya que en ocasiones perdemos la perspectiva de lo verdaderamente importante en nuestra vida; perdemos el enfoque de lo valioso y lo importante, enfocados en lo urgente o lo aparente. Y olvidamos que Dios, nos brinda esa fuerza y esa gracia divina para lo que nos toca vivir. Todo lo que sucede, personas o circunstancias, vienen a mostrarnos alguna enseñanza. En ocasiones vienen a inspirarnos, impulsarnos, ayudarnos a crecer y fortalecernos.
Te puede interesar: Abrazar mi cruz a la cruz de Cristo.¿A qué quiere invitarme Dios en esta Pascua? Ojalá aceptemos la invitación de hacer cosas más productivas, haciendo lo que queremos hacer, dando lo que queremos dar y exigiéndonos en DAR MÁS. Resucitemos con Cristo de la vida del sin sentido, sin sabor, amargura, odio, resentimiento a la vida del amor y de la entrega; y digamos cómo Álvaro Mora “Cuando me toque morir, nadie morirá en mi lugar. Así que hoy he decidido vivir lo que nadie vivirá por mi: mi vida.”
Y entonces... ¿Qué sentido tiene mi vida ahora? ¿En qué deseo concentrarme? Kushner tiene razón al decir que “Las personas más felices que conocemos probablemente no sean las más ricas y famosas, ni las que más se empeñan en ser felices leyendo artículos sobre el tema o plegándose siempre a las últimas modas. Por el contrario, tengo la impresión de que las personas más dichosas son las que procuran ser siempre amables, serviciales y confiables, que la felicidad entra en sus vidas mientras ellas están ocupadas haciendo todas esas cosas. No se es feliz con sólo perseguir la felicidad: ésta es un subproducto, no el objetivo principal. La felicidad es como un mariposa; cuanto más la perseguimos, más lejos vuela y se esconde. Pero si no le damos caza, si dejamos la red y nos ocupamos de actividades mas productivas, se nos acercará por detrás y se posará en nuestro hombro.” (Cuando nada te basta, p.23)
Es pascua, elijamos la alegría, la actitud con la que enfrentemos cualquier circunstancia, ya sea pacífica, de perdón y misericordiosa. Vivamos esta Pascua cómo una verdadera reconciliación espiritual. Vívelo para darte el tiempo de perdonarte a ti mismo y de perdonar a los demás. Suelta ese rencor, ese resentimiento, ese “yo esperaba, me merecía, si hubiera sido” y perdona eso que no te deja sentir la paz. Seamos de los que abrimos caminos y buscamos opciones. Seamos de los que poseemos un espíritu de servicio, de alegría, de gozo, de perdón y reconciliación. ¡Felices Pascuas!