Cada Día de Muertos, entre altares, flores y veladoras, aparece una figura elegante que anuncia el tiempo de recordar a los que ya partieron: La Catrina, también llamada Calavera Garbancera o sencillamente la Huesuda. Su imagen es hoy inseparable de la identidad mexicana, pero su historia se remonta a siglos atrás, al México prehispánico.
 LA CATRINA: EL ORIGEN Y LA HISTORIA DEL SÍMBOLO MÁS ELEGANTE DE LA MUERTE
De diosa mexica del inframundo a crítica social del Porfiriato, La Catrina encarna la visión mexicana sobre la muerte.
 De diosa del inframundo a símbolo de vida y renacimiento
En la cosmovisión mexica existían los señores del inframundo, Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, guardianes de las almas que llegaban al Mictlán. Ella, la diosa de la muerte, era representada como un esqueleto adornado y vestida como gran señora. Con el paso del tiempo y tras la Conquista, su culto se mezcló con la religión católica: los antiguos dioses se ocultaron bajo figuras cristianas, pero su esencia sobrevivió. Así, Mictecacíhuatl fue transformándose en una figura femenina que vagaba entre los vivos, asociada a la muerte y al renacimiento.
 De la crítica social al ícono del Día de Muertos
Durante la Colonia, la muerte comenzó a representarse con rasgos humanos, y en el siglo XIX adquirió un nuevo rostro gracias al artista José Guadalupe Posada, quien creó la Calavera Garbancera, una sátira de las clases altas del Porfiriato. Posada ridiculizaba a quienes renegaban de sus raíces indígenas y aspiraban a parecer europeos. Con su frase “La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”, dejó claro que ante la muerte todos somos iguales.
Años más tarde, Diego Rivera la bautizó como “La Catrina” en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, dándole un aire elegante y convirtiéndola en emblema del Día de Muertos. Desde entonces, esta figura resume la relación única que los mexicanos tienen con la muerte: una mezcla de respeto, ironía y celebración. La Catrina no solo representa el fin de la vida, sino la certeza de que la memoria y la risa vencen al olvido.