Siete pasos prácticos para ser humilde

De todas las virtudes, la humildad puede considerarse una de las más difíciles de conseguir

Toda la literatura sobre el tema nos lo repite. Siempre recordamos frases de grandes hombres como Cicerón («cuanto más alto estemos situados, más humildes debemos ser») y de santos como San Agustín («sólo a pasos de humildad se sube a lo alto de los cielos»). Es experiencia de todos sentir el aguijón de ese “yo” que nos impulsa a hacer lo que muchas veces no queremos realizar. ¡Cuántas veces nos arrepentimos de nuestras acciones y deseamos vivir con más sencillez y menos altanería! ¿Cómo ser humilde?

Ciertamente, estas líneas no pretenden ser un manual de “consígalo sin esfuerzo”. No hay rosa sin espinas. Pero tal vez la lectura de este artículo pueda ayudar a alguno a enderezar el camino, como si se tratase de un Waze o Google Maps del alma que pide una reorientación de ruta. Espero, pues, que estos siete pasos sirvan a más de uno. ¡Buena lectura!

  1. Procura descubrir lo mejor de cada uno: todo ser humano ha tenido experiencias que tú no has tenido, y en esos aspectos te aventaja. Einstein, uno de los grandes cerebros de la humanidad, dijo: «Nunca he conocido a una persona tan ignorante que no tuviera algo que enseñarme».
  2. Elogia sinceramente a los demás: ¿cómo se va a rechazar a una persona a la que se le está diciendo lo que se admira de ella? Cuanto más se mencionen las buenas cualidades de quienes rodean a uno, más virtudes se descubrirán en ellos, y será más difícil que uno caiga en la trampa del egocentrismo.
  3. No te demores en admitir tus errores: dicen que la frase más difícil de pronunciar en cualquier idioma es: «Me equivoqué». Quienes se rehúsan a hacerlo por orgullo suelen volver a caer en los mismos errores (sólo el hombre cae dos veces en la misma piedra) y, además, terminan marginándose de los demás.
  4. Sé el primero en disculparse después de una discusión: si la frase más difícil de pronunciar es: «me equivoqué», la siguiente más difícil debe de ser: «Perdóname». Ese simple vocablo mata el orgullo (pues te reconoces tan falible como el otro) y pone fin al altercado: dos pájaros muertos de un solo tiro. Pero para eso, es necesario reconocer que tanto él como yo podemos equivocarnos…
  5. Admite tus limitaciones y necesidades: es parte de la naturaleza humana querer dar la impresión de ser fuerte y autosuficiente; eso normalmente no hace más que dificultar las cosas. Si muestras humildad pidiendo ayuda a los demás y aceptándola, sales ganando.
  6. Sirve a los demás: ofrécete a ayudar a los ancianos, los enfermos y los niños, o a prestar algún otro servicio comunitario. ¡Empieza dentro de tu familia! Saldrás beneficiado, pues aparte de adquirir humildad, te ganarás la gratitud y el cariño de muchas personas.
  7. Reconócele a Dios el mérito de toda cualidad que tengas y de todo lo bueno que te ayude a hacer: es importante abrir los ojos del alma y considerar que no se tiene nada nuestro de lo que debamos gloriarnos. Lo único que realmente tenemos es pecado y debilidad. Los dones de la naturaleza y de gracia que hay en nosotros, solamente merecen ser agradecidos a Dios, que nos lo ha dado cuando ha pensado en nosotros al crearnos.

El autor

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo

Juan Antonio Ruiz

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo.