LA MEDICINA DE MAMÁ

La ciencia ha tenido que bajar la cabeza y reconocer su impotencia y asombro, al mismo tiempo, ante una medicina que no conocía o que había recomendado poco… aunque hay médicos que sí la tienen muy en cuenta.

Me refiero a lo que pasó en Turín, Italia hace unos años. Un adolescente de dieciséis años quedó en coma terminal tras un accidente en su jardín. Y los doctores, tras analizarlo, dieron su sentencia: vegetal de por vida. El destino parecía cubrir con invierno esta primavera de vida que apenas empezaba a aflorar.

No obstante, la madre del chico no se rindió. Día y noche acompañó a su hijo hablándole, dándole caricias, cantándole y rezando con él. Las enfermeras que pasaban se conmovían, pero negaban con la cabeza; el esfuerzo era inútil. Pasaron los días, los meses, un año y medio, hasta que…

Un ligero, pero claro, movimiento de la mano hizo retroceder de emoción a la madre. No puede ser, sería una alucinación. Pero de pronto se repitió otra vez, y otra y otra. El chico daba señales de vida. La madre gritó, los médicos llegaron y alguna que otra enfermera se desmayó. Nicola, el chico vegetal, volvía a la vida.

En seguida llegaron los medios de comunicación y preguntaron a la madre qué había hecho. Ella sonrió a las cámaras y solo dijo: «ser madre y dar amor». De hecho, el médico que los atendía dio esta explicación: «Nicola ha reaccionado a los estímulos que su madre ha ido repitiendo uno y otro día con constancia; ha sido, sin duda, el amor lo que lo ha curado. Es una medicina inusual, pero muy potente».

Existen almas en nuestro planeta que, amando, cambian este mundo que finge ser cada vez más inhumano. Utilizan esta medicina inusual y la aplican con el corazón abierto. No soy solamente yo el que lo dice. Cuando el Papa Francisco ingresó al hospital, desde el Vaticano comentaron que había existido una medicina que sentó muy bien al Santo Padre: la cercanía de la gente, en especial un grupo de jóvenes que cantaron a su ventana y una visita de un niño, «así como todos los mensajes y oraciones que ha recibido en estos días».

Muchas almas vegetan en este mundo y necesitan de tu amor y cariño. Hoy más que nunca está en tus manos sanar la sociedad de un mal, tal vez el peor de todos los que arrugan nuestra alma: el desamor. Esta “mamá-coraje”, como muchas otras mujeres en el mundo, te grita la solución: ama a manos llenas.

Pienso en tantas mujeres que esta semana celebran el Día de la Mujer, buscando -justamente- dignidad y respeto. ¡Cuánto han dado y dan todas las mujeres en nuestro mundo! ¡Gracias por todo! ¡Gracias por enseñarnos a amar! Sin ustedes, el mundo sería cada vez menos humano, menos real, menos nuestro.

Y tú, querido lector, ¿te atreves a darte a los demás sin contemplaciones? ¿A amar? ¡Vive la experiencia, verás qué bien sabe la medicina de mamá! 

Juan Antonio Ruiz

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo.