¿GUSTA UN VINO TINTO? UN “VEGA SICILIA”, POR FAVOR

En su momento, y conforme fueron cambiando de manos la finca, las bodegas y los caldos de “Vega Sicilia”, se tomó la decisión de importar viñas de Francia: las uvas cabernet sauvignon, merlot, carmenére y pinot noir. Se cuenta en la historia del libro “Vega Sicilia, 1864-2014. 150 Aniversario”, textos de la pluma de Harry Eyres y Serena Sutcliffe, para editorial Turner. El vino que los expertos hoy valoran (y los comensales, claro) se debe al olfato del enólogo Txomin Garriamola.

El “Vega Sicilia” es un “vino lento”, así definido por los autores del texto, en franca comparación y paradoja con los tiempos de velocidad demencial que hoy se viven. Se añeja en barricas procedentes de Francia, las cuales solo se utilizan… un año. Luego, se venden. En algunas ocasiones, de acuerdo al período de tiempo de su historia y las características no tan buenas o claras de las uvas, por diez años se tiraron las cosechas. Puf, por eso la calidad perfecta de este vino.

El precio de este caldo, puesto en la mesa de dos restaurantes de calidad y de autoridad en la región, es de poco más de 20 mil pesos. Usted lo puede disfrutar en “Don Artemio”, del chef de sabor huracanado Juan Ramón Cárdenas, y en “El Feligrez”, sólido proyecto gastronómico del joven empresario Eder López. Y es tal el nivel de refinamiento de este portentoso vino, que las etiquetas de los magnum forman parte de la tradición de los “Vega Sicilia. Único”. Todos los años, un cuadro de un pintor español se reproduce fielmente en las etiquetas. La colección de arte decora el palacete de Vega Sicilia. Entre los pintores figuran Eugéne Boudin, Benjamín Palencia, Francisco Bores, Ramón Gaya… 

Donde se produce este vino es en una finca rectangular de 985 hectáreas y se encuentra a matacaballo entre los municipios de Quintanilla de Onésimo y Valbuena de Duero: sí, la mítica región que hoy conocemos como Ribera del Duero, de donde provienen algunos de los mejores caldos para el paladar de consumidores exigentes.

Es una meseta de clima y geografía hostil, un microclima que ha hecho de las uvas, y luego de sus caldos, de los mejores vinos del mundo. El gran Antonio Machado describe mejor que nadie la región en su poesía: “¡Oh, tierra ingrata y fuerte, tierra mía! / Tierra inmortal, Castilla de la muerte!”, y es que, usted lo sabe, aquí conoció Machado a su joven esposa, Leonor Izquierdo, quien murió de tuberculosis apenas a los 18 años.

Pero también dicha región es, en versos del poeta: “El Duero cruza el corazón de roble / de Iberia y Castilla”. Una rápida exégesis: el Duero no es solo Castilla entonces, sino Iberia entera. El “corazón” es el latido y centro vital de España y, claro, el “roble” alude a su naturaleza fuerte y dominante. Así es el caldo del “Vega Sicilia”. Y no, no lo he probado al día de hoy. Cosa que quiero subsanar entrando apenas el mes de enero del ya inminente 2024. Lo haré por gusto, vanidad y por otra cosa: lo merezco. Sí, señor.

Me atrevo a una definición aún hoy, sin haberlo catado: un “Vega Sicilia” es, o debe de ser, como una pluma del ala del último sueño de madrugada…

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.