Especialistas
/ 27 abril 2025

¿GUSTA UN SOTOL O UN MEZCAL?

Lo he escrito antes: ¿Entre qué trago y qué trago se emborracha uno? ¿Cuál es la copa —imaginaria o real— que nos transporta a las mieles de la embriaguez suprema? No lo sé usted, lector, pero yo, muy a mi pesar lo confieso públicamente: nunca sé cuándo ya estoy todo briago; es decir, con qué trago estoy ya servido para irme a casa. El sopor llega y se apodera de uno. Se avivan y se adormecen los sentidos. No hay contradicción: suceden las dos cosas a la vez.

Llega una divina embriaguez —si se puede acuñar el término—. Y claro que influye en ello qué bebida deslizamos por el paladar y apuramos en el gaznate seco, para así emborracharnos y habitar, tal vez, otro mejor estadio que este mundo, el cual nos da puntapiés no pocas veces. ¿Cuál es su bebida favorita? ¿Un mezcal, un sotol, un pulque, un hojasén, un tequila, una raicilla, un bacanora, un comiteco, un tuxca...?

¿Me falta alguna bebida mexicana, la cual duele como lija en el pescuezo cuando la vamos ingiriendo en la anterior y apretada lista? Si usted conoce alguna más, favor de enmendarme la plana. Lo anterior fue motivo de polémica y charla por horas, horas. Todo rociado con vino y una generosa comida, bajo el palio de la amistad.

En la mesa, los siguientes comensales que avivaron la cuestión: el exrector de la UAdeC, Salvador Hernández Vélez; el científico Guillermo López; la bella sommelier Ana Arévalo (graduada en España); y como aprendiz y colado, este escritor.

Fue una gran charla y una esgrima verbal tratando de cuadrar el rompecabezas de las bebidas mexicanas más características de la nación, con denominación de origen o sin ella. ¿Cuáles de las anteriores ha bebido? Usted lo sabe: el mezcal, dulce y rudo en el paladar, áspero y suave a la vez, se puso de moda en el mundo cuando un escritor inglés llegó a México, habitó entre nosotros algunos años y escribió la llamada “divina comedia ebria” sobre el mezcal: Bajo el volcán, una de las novelas más importantes del siglo XX, firmada por Malcolm Lowry.

Pero también escribió poemas de no menor factura. Es el caso del texto “35 mezcales en Cuautla.” En uno de sus versos delirantes y eternos, Lowry, poeta, escribe: “El trueno azota las montañas góticas,/ ¿pero por qué debe uno oír y no conocer esta tormenta,/ verla solamente por debajo de la puerta, visible en sinécdoques de ruedas/ y un agua parda que satura el arroyo?”

El mezcal es un estruendo, sin duda.

Entre las cantinas de Cuernavaca y Cuautla, los desvaríos y estados alterados por el mezcal en Oaxaca, y una parranda que aún hoy se cuenta de él en Acapulco —parranda épica, tormentosa, eterna—, Malcolm Lowry, aquí y no en otro lugar, recopiló los materiales necesarios que lo llevarían a la gloria literaria. Todo, a través de generosas libaciones de mezcal.

¿Usted qué prefiere: el muy nuestro sotol (ya con denominación de origen) o bien, ¿se decanta por un buen mezcal? Ambos, mineral de fuego. Literal.

Jesús R. Cedillo
por
Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de méxico. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la uadec en diversos géneros periodísticos.
Historias 360