MARIMAR, COSTEÑITA SOY

POR: QUETZALI GARCÍA

Uno de los viajes que más atesoro en mi corazón de pollo fue cuando atravesé en auto la costa de Croacia. Partimos del sur de Alemania. Croacia en aquel entonces era un destino que pasaba desapercibido. Pero como soy una fanática de hueso colorado de “Game of Thrones”, me enteré de que estaban filmando en Dubrovnik. Y, mija, estas manos se hicieron para implorar por autógrafos.

El primer desatino que tuvimos – cuando me tocó manejar a mí- fue que, sin querer, entramos a Bosnia y Herzegovina. Y lo peor es que lo hicimos por un tramo donde quedaban restos de bombas, de la guerra de Yugoslavia. De hecho, por toda la ruta se observan edificios y casas atravesadas por bombas y cubiertas de plantas que reflejan tanto la destrucción, como el posterior florecimiento de esa época. Pero una cosa es ver edificios en ruinas y otra, meterte a un camino prohibido con calaveras y un letrero que no entiendes. Pero no pasó a mayores, las calaveras fueron suficientes para entender que “por ahí no era”.

En cuanto retomamos una carretera segura, llegamos a un puesto de migración. Los agentes se sorprendieron mucho porque casi no llegan civiles a esa zona. Eran hombres altos, rubios, armados y con cara de pocos amigos. En cuanto vieron nuestro pasaporte, los asombrados fuimos nosotros. Éramos la novedad. No entendíamos nada de lo que decían y empezábamos a preocuparnos, porque llegaban más y más agentes.

Aunque los mexicanos no necesitan visa para entrar a Bosnia, digamos que nos habíamos pasado la frontera sin querer y este solo era un puesto de revisión. En otras palabras, nos agarró la migra Bosnia.

Los militares fueron muy amables y nos orientaron sobre cómo regresar a Croacia. Antes de devolvernos nuestros documentos, uno se acercó y, tímidamente, pero en español fluido, me preguntó… si conocía a Thalía. La verdad pensé que una de las bombas sí había explotado y estaba muriendo y alucinaba. “Qué raro es el cielo”, pensé. “

En los años 90 nosotros tuvimos una guerra y Croacia creó un vínculo con México porque las telenovelas mexicanas nos ayudaron a escaparnos de la realidad que estábamos viviendo. Mucha gente se refugiaba en las telenovelas y por eso en Croacia la gente ha querido aprender español”, dijo en una entrevista el dramaturgo croata Ivor Martinic.

Le dije que sí, por supuesto. Llamó a todos sus agentes y dijeron algo, me señalaron y aplaudieron. Me sentí una celebridad. Yo me refería a que sabía quién era, no a que la conocía en persona. Los vi tan contentos que tuve que seguir la mentira. Discúlpame, Thalía, estaba nerviosa en migración. Al parecer había una multa por haber entrado de ilegales, pero como estaban tan felices de conocer a alguien que era la amiga personal y que había ido a todos los cumpleaños de los hijos de Thalía, pues nos dejaron pasar. Incluso nos sellaron el pasaporte. Y qué bueno, porque es el único recuerdo tangible de este surreal momento.