María Treviño: “Escribir es la máxima expresión de mi existencia”

Con apenas 19 años de edad, María Treviño ya sabe lo que quiere en la vida y es escribir y en eso está basando su futuro.

Fotos: Luis Castrejón

Video: Omar Ibarra

María Treviño Siempre he creído que las personas deben escribir, no solo sobre su vida, sino sobre lo que ven y lo que les ocurre. Haruki Murakami en ‘Tokio Blues’ escribe: “soy ese tipo de personas que no acaba de comprender las cosas hasta que las pone por escrito”, creo tiene razón, pues la escritura sirve para recordar, ordenar pensamientos, verlos en blanco y negro, limitar las pasiones y equilibrar los sentimientos.

Finalmente, da la conciencia de sí mismo. “Escribir es simplemente la máxima expresión de la existencia de alguien”, esto no lo dijo Murakami, sino María Treviño, una joven que toma la pluma para sentirse viva, para compartir sus ideas y recordar que su existencia tiene sentido.

 

En la sangre

Como una enfermedad que se hereda, las letras recorren el cuerpo como sangre de María Treviño Garza, la consumen hasta el último suspiro. Su madre y abuela también sintieron esta asfixia por tomar pluma y papel y escribir a diario, siendo este hábito la única forma de sentirse aliviadas. “Desde siempre, tanto mi abuela como mi mamá escriben, siempre me ha gustado lo que hacen, mi mamá hacía una columna para un periódico de la ciudad, titulada: “Algo para compartir”, recuerdo de chiquita veía sus artículos y siempre supe que iba a terminar escribiendo”.

A Maria siempre se le dio bien eso de hilar las palabras. De niña, en el colegio, ya se lo decían sus maestros y amigos. En casa los libros eran recurrentes en los muebles de las habitaciones, la declamación también se aparecía por cualquier rincón: “ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada”, podía escucharse, pues menciona María la poesía de Neruda es perfecta para cuando el bloqueo o la inspiración falta.

En su cabeza siempre planeaba el sueño de escribir una novela, cuentos, poemas; pequeñas acciones hicieron que esta idea en la cabeza de María nunca desapareciera. “Desde los 7 años, mi mamá nos inculcó la poesía, desde primero de primaria recitaba poesía en el colegio, ese fue mi primer acercamiento”, explicó María, aunque también recordó: “en cuarto de primaria a una de mis compañeras se le olvidó su poesía, la íbamos a leer en voz alta, mis compañeras sabían que me gustaba escribir y me piden que le escriba su poesía. Escribí un poema de cuatro párrafos y esa fue mi primera creación, ahí me entró el gusanito y nunca se pudo detener”.

Y es que al igual que el acto de lectura, la escritura es un proceso en el cual el que escribe pone en juego complejas operaciones mentales, no es un proceso mecánico. Sino un momento donde María vierte en papel sus sueños, deseos, ambiciones, experiencias y contexto de sus años vividos, ya que considera que escribir es una forma de mostrarse, un talento que debe explotarse. “El año pasado tuve lo que llaman un año sabático, ideal para pensar, ahí me di cuenta que tenia un talento y comencé a explotarlo, a dejarme llevar por las letras, la poesía en mí comenzó a fluir, ahí fue cuando decidí qué quería hacer. Me percate de mi deseo de infancia, de aquel sueño de ser como mi mamá y abuela, de escribir”, comentó emocionada Treviño.

 

“Un tiempo para leer”

La lectura es una de las actividades más importantes y útiles que el ser humano realiza a lo largo de su vida. La lectura es una de aquellas actividades que nos define por lo que somos frente al resto de los seres vivos. La lectura es una actividad que por lo general comienza a adquirirse muy lentamente desde temprana edad y se mantiene de por vida, es decir que no se pierde con el tiempo. María es una escritora consciente de que por medio de la lectura se pueden generar cambios, conocer mundos, salir y ver la realidad con otros ojos. Sin mencionar que al final leer, es el primer paso para escribir, lo cual es uno de sus más grandes placeres. “Somos lo que pensamos. Grandes escritores han hecho cosas maravillosas y las dejan al mundo porque venimos a dejar algo, leer es enriquecerse del mundo, relajarse y viajar entre páginas. Lo único que podemos hacer es darnos el tiempo para leer, 10, 15 minutos, un hora, lo que tu quieras. Porque escribir es empatizar”, explicó María.

Escribir es un placer, lo puedo afirmar mientras tecleo estas líneas en la computadora, así como doy por hecho que la cabeza de María no deja de hilar historias que más tarde pueden convertirse en un poema, novela o cuento, porque así es la escritura, las ideas llegan cuando menos lo esperas. “Me pasa mucho que voy caminando y se me ocurre una idea, inmediatamente tengo que escribirla, esa es la imagen más bella de mi existencia, yo soy lo que escribo y pienso, y el hecho de ponerme a escribir es fascinante, sea donde sea, en el momento que sea”, confesó María Treviño.

 

Lo que viene

Hay personas que nacen con la palabra tatuada, con labios como versos. Todos los días por su cuerpo viajan miles de sentimientos, emociones, imágenes, que se vuelve realidad en papel, en un libro, en un poemario. Tal como el que María está pronto a lanzar: ‘Tango’ es su nombre, el cual reúne cerca de 40 poemas que hablan del desamor, la existencia, el tiempo, la soledad; pruebas del talento de esta joven mujer. “En los primeros meses del 2017 sacaré mi poemario el cual estoy segura le gustará a grandes y pequeños”.

De igual manera María sigue en constante preparación para poder ofrecer a los lectores historias bien estructuradas, narraciones que emocionen, es por eso que actualmente busca estudiar ‘Escritura creativa’ en Barcelona, España; así como fomentar la practica con una columna en la revista 360 . en su edición de los viernes.

 

Ella

Ella no era niña de muñecas ni de color rosa. A ella le gustaba la poesía, la agonía, la incertidumbre. Platicaba con las montañas, con sus pensamientos. Ella no iba de paseo con su amante, ni de compras al centro. Ella reía, lloraba, sentía, respiraba y volvía a empezar. Ella no dejaba el amor para mañana, pues no le gustaba sufrir. Le mataba ver cómo se aprovechaban de su madre Tierra, cómo la destruían, y como ella los seguía amando. “¿Por qué le pertenecemos a quien nos destruye?”, se preguntaba en silencio, mientras se dejaba llevar con cada gota, con cada pétalo, con cada momento.

 

¿Qué somos?

¿Qué somos en este gran espacio de materia? ¿Qué somos en este globo gravitacional? ¿Qué somos en este de tantos universos existentes? ¿Acaso somos tan ingenuos como para creernos dueños de un espacio que nos creó, que nos inventó, que nos vio nacer? ¿Qué somos? Me es imposible responder. Es tan misterioso el pasado, tan impredecible el futuro, tan corta la vida y tan rápido el tiempo, que carezco de oportunidad para definir nuestro momento en este espacio llamado presente. No. No me fío del concepto que se nos atribuye, pues es imposible encasillar en palabras esto, esto que sentimos; esto llamado vida. Tal vez no sepa lo que soy, lo que eres, lo que somos. Pero sé que vivimos para experimentar ese breve momento, esa pequeña dimensión a la que, comúnmente y sin tanto alboroto, le llamamos ‘amor’.

360

Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.