LOS MANJARES DE LA ALDEA (2)

COLUMAS

Le platiqué en este espacio en domingo pretérito de un buen libro el cual conseguí en un bazar de antigüedades en la vecina ciudad de Monterrey. El  libro es “Moralistas castellanos” editado por Océano y CONACULTA. Una antología de textos de Antonio de Guevara, Alfonso de Valdés, Juan Luis Vives, Diego de Saavedra, y el gran, gran Baltasar Gracián. Más de 500 páginas de buena literatura moral que tanta falta hace hoy en día en estos tiempos de desenfreno, donde la pandemia nos ha hecho relajar toda norma moral y de ética debido a que ya todo da igual, poco o nada importa. ¿Para qué seguir siendo correcto y ordenado si en cualquier rato uno muere?  

El moralista Antonio de Guevara nos presenta un gran y amplio texto sobre lo que el bautiza como “Menosprecio de corte y alabanza de aldea.” Estamos hablando del siglo XVI señor lector, por lo cual el autor pone el acento en que en las aldeas habitan los hombres más virtuosos y menos viciosos. No así en las ciudades y en las cortes de los príncipes y monarquías. Alaba y pondera los alimentos de dichos hombres en las aldeas donde éste afirma, todo es benigno y generoso. Leamos varios fragmentos donde ejemplifica lo anterior y observe usted la dieta de aquellos años en Europa: 

“Es privilegio de la aldea que los que allí moren coman las aves escogidas y las carneas manidas; del cual privilegio no gozan los que residen en la corte y están en grandes ciudades…El que mora en la aldea come palominos de verano, pichones caseros, tórtolas de jaula, palomas de encina, pollos de enero, patos de mayo, lavancos de río, lechones de medio mes, gazapos de julio, capones cebados, ansarones de pan…”

¡Oh! No una, sino dos o tres veces gloriosa vida de aldea, pues los moradores della tienen cabritos para comer, ovejas para cecinar, cabras para parir, cabrones para matar, bueyes para arar, vacas para vender, toros para correr, carneros para añejar, puercos para salar, lanas para vestir, yeguas para criar, muletas para emponer, leche para comer, quesos para guardar…”

“El que mora en la aldea toma también muy gran gusto en gozar la brasa de las cepas, en escalentarse a la llama de los manojos… en comer de las uvas tempranas, en hacer arrope para casa…” (He respetado la grafía del texto original).  

Los manjares de la aldea aquí deletreados no tienen fin. Por eso, esa vida bucólica hoy casi totalmente perdida, es tan añorada, valorada y deseada por todo mundo. Y también por ello, aquellas gentes de aldea, del medio rural en nuestro caso mexicano, vivían tantos años y a sus anchas, con una salud de hierro y sin más médico que los propios alimentos balanceados. Y también por ello, aquella famosa comedia de teatro “El médico a palos” del gran Molière, donde literalmente es corrido a garrotazos un doctor el cual lejos de ayudar a su paciente, empeora todo el tiempo y termina muriendo.

En esta obra de teatro, Molière se pregunta si no es mejor, más sano y decente pagarles a los médicos sus honorarios siempre y cuando el paciente en verdad sane completamente. Nunca antes. Tiene razón el dramaturgo, tiene razón.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.