LA SERVILLETA Y EL MANTEL DE LEONARDO DA VINCI 2/2

LA SERVILLETA Y EL MANTEL DE LEONARDO DA VINCI 2/2

Usted y yo damos por hecho todo. El mundo, se nos dice una y otra vez en la escuela y en todo medio de comunicación, ha avanzado sobremanera. Ya todo está hecho entonces. ¿Queda poco por inventar y explorar? Eso se nos hace creer, pero al final de cuentas, todo está por hacerse y el límite del ser humano es su genio e inventiva, es decir, el límite es el mismo ser humano. Damos por hecho todo, pero apenas y hace lustros, muchos de nuestros utensilios y servicios hoy cotidianos, se “inventaron” tal cual como ahora los disfrutamos. ¿En qué año y dónde comenzaron a fabricarse los zapatos uno diferente para cada pie? ¿En qué año y dónde empezó a comerse con tenedor? ¿Por qué se desconfiaba de quién comía con semejante utensilio, cuando lo más común y de todos utilizado, era el comer con las manos? ¿Quién inventó el uso de la servilleta en la mesa para limpiarse las manos y la boca luego de alimentarse. En la antigüedad, digamos hasta el siglo XVII y en Europa, cómo se limpiaba usted boca y manos luego de una gran comida? ¿Cuándo se inventó el papel sanitario para ir al sanitario. Antes usted con qué se limpiaba luego de ir al retrete? La historia de la vida cotidiana no es poca cosa y sí es apasionante. Harto apasionante.

Usted está en una gran comilona real. Gran palacio, todo mundo emperifollado para la ocasión. El mismísimo Ludovico “El moro”, preside aquello. Usted no puede perderse semejante ocasión e invitación. Desfilan viandas, todas riquísimas y abundantes. Van algunos platillos para disfrutar: una loncha fina de los cuartos traseros de una ternera con cerezas y vinagre de Bérgamo, espinacas hervidas con huevos rotos y queso de búfalo, pastel de zarcillos, intestinos hervidos, pavo real asado, orejas de cerdo horadadas, pájaros escabechados, flores fritas… Casi todo esto, un 90% de estos platillos, se comen con la mano. ¿Cómo limpiarse las manos y la boca para disfrutar el siguiente platillo? Sencillo: a usted le asignaban un conejo de blanco pelaje a su silla, lo amarraban a una de sus patas y usted se limpiaba la suciedad en el animal, quedando estos tan maltratados, que una vez terminado el banquete, los echaban (vivos, claro) a una gran hoguera avivada ex profeso para ello. Puf.

Pues bien, al gran Leonardo da Vinci esto le martirizó cuando lo vio por primera ocasión en la corte de su señor, Ludovico Sforza. ¿Qué hacer? Inventó la servilleta. La cual no fue bien recibida. Cuenta Pietro Alemanni, embajador florentino en Milán, en un Informe (julio de 1491), como fue recibida la servilleta de Leonardo: “Últimamente (Leonardo da Vinci) ha descuidado sus esculturas y geometría y se ha de dedicado a los problemas del mantel del señor Ludovico, cuya suciedad –según me ha confiado– le aflige grandemente. Y en la víspera de hoy presentó en la mesa su solución a ello, que consistía en un paño individual dispuesto sobre la mesa frente a cada invitado… nadie sabía cómo utilizarlo o qué hacer con él. Algunos se sirvieron sentarse sobre él. Otros se sirvieron de él para sonarse las narices. Otros se lo arrojaban como por juego. Otros, envolvían en él las viandas que ocultaban en sus bolsillos…” Tremenda anécdota e historia de una trivial pero importante servilleta. En el libro que aquí hemos venido comentando, “Notas de cocina” de Leonardo da Vinci, Editorial Planeta de España, se presentan este tipo de inventos culinarios que el gran Leonardo dejó para nuestra historia y nuestro disfrute y gozo.

Regresaré al tema.

EL AUTOR

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.

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Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.