“NOTAS DE COCINA” 2/2

“NOTAS DE COCINA” 2/2

Hablar del Renacimiento es hablar de un parteaguas histórico, una renovación de la vida en todos los sentidos. Hablar del Renacimiento europeo es hablar con admiración de un movimiento que despertó la vida adormilada y un tanto oscura (según los clichés) de la Edad Media. Hablar de los siglos XV, XVI y XVII del Renacimiento (movimiento forjado en Venecia, Florencia) es hablar de Miguel Ángel, Sandro Boticelli, el gran Rafael, Machiavelli, Cellini y claro, el genio de Leonardo da Vinci.

Eran tiempos de inventarlo todo o casi todo. Eran tiempos de inventarlo y dar nombre, como una nueva vocación adánica, a aquellos inventos. Conocemos y hemos admirado el genio de Leonardo da Vinci en muchos terrenos: la arquitectura, inventos bélicos, la pintura, la escultura, la ingeniería, la botánica, incluso, cosas y hechos relacionados con la salud, pero hoy también sabemos de su vena y vocación gastronómica. Lo dejó por escrito y con dibujos, recetas, maquetas y gran estilo en sus cuadernos de los cuales se conservan pocos en relación con la cantidad de notas que tomó en vida. Aunque hay varias ediciones de estas notas, yo tengo la siguiente edición: “Notas de cocina” de Leonardo da Vinci, editorial Planeta, 245 páginas. El libro no es barato, pero se disfruta enormidades, vale la pena su precio.

¿Recuerda usted que el nipón Haruki Murakami regentó primero un “Club de Jazz”, antes de dedicarse por completo a la escritura y potencializar todo su poder de la letra, lo cual le ha hecho ser uno de los escritores más leídos y vendidos en el mundo? Pues bien, dos artistas de los más grandes jamás nacidos, Sandro Boticelli y Leonardo Da Vinci, fueron dueños y regentearon una taberna, “Las tres ranas”, en su momento en Florencia. Comida para sibaritas, los platos milimétricamente diseñados por el gran Leonado da Vinci no fueron bien recibidos y no pocas veces salieron por “piernas” para huir de lo parroquianos, acostumbrados a las grandes y copiosas cantidades sin forma ni definición alguna. Y caray, fue tal la pasión de Leonardo por la cocina y la buena comida (la leyenda dice que era vegetariano, pero estaba lejos de eso) que le dejó a su cocinera personal, Battista de Villanis, parte de sus bienes. Y no fue solo por haberle cocinado lechugas y legumbres en platos insípidos diarios. Le gustaba la buena carne y era de hecho, gordo. Así son las descripciones que se conservan de él.

Me estoy acabando el espacio, mucho queda en el tintero, regresaré con un díptico más. Pero no sólo en sus notas Leonardo Da Vinci hizo referencia a comidas, platillos, sino que reinventó la cocina con ciertos instrumentos y utensilios utilizados hoy en cada hogar del mundo. También, dejó observaciones (sociología y urbanidad) sobre el comportamiento de los comensales en la mesa y dio recomendaciones (manual de urbanidad y buenas maneras) las cuales en teoría, son de sentido común. Leamos algunas a vuela pluma, pero regresaré con un par de textos más. Escribe Leonardo Da Vinci: “De las conductas indecorosas en la mesa de mi señor.” Van algunas y como muestra solamente:

  • Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, sin sobre el regazo de cualquier otro invitado.
  • No debe de poner la cabeza sobre el plato para comer.
  • No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa.
  • No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa…

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Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.