JESÚS R. CEDILLO: “CANCIONES PARA BEBER”

ROSA CLAUDIA: TRES TENDENCIAS 2023

No bien usted y yo abordamos -aunque sea someramente- la relación de las bebidas, en especial el sotol y algo de gastronomía norteña en la obra de la portentosa narradora Nellie Campobello, han querido los hados de los libros dar con una edición del inconmensurable lusitano Fernando Pessoa (1888-1935): “Canciones para beber”, para la editorial Verdehalago en traducción de Miguel Ángel Flores. Una maravilla.

Dejemos de lado nuevamente la consideración moral de si es buena o mala la bebida, la excesiva ingesta de vinos y licores. Es tema y debate necesario, sí, pero también es “leit motiv”, no pocas veces, en el armado integral de obras completas de arte. Es el caso de este bello y pequeño opúsculo de textos (Pessoa ha seguido la forma oriental del Rubai y Rubaiyat, estrofas o cuartetas orientales las cuales hicieron eterno al astrónomo y poeta persa Omar Khayyam), donde los investigadores han agrupado los textos del lusitano con base en esa bella, sutil y perturbadora embriaguez de quien disfruta la vida, los placeres del vino y su embeleso perpetuo. 

El tema es el vino y sus vapores etílicos. De hecho en la presentación del volumen, los investigadores hablan de que muchos de estos textos, estos cuartetos, Fernando Pessoa los dejó escritos a lápiz en la edición en inglés que este tenía de la poesía de Omar Khayyam. En un rubaiyat, posiblemente fechado en 1926, se lee: 

El final del largo, inútil día se ensombrece,

la misma esperanza que hubo se derrumba

prolija… La vida es un mendigo ebrio

que extiende la mano a su propia sombra.

Vino, ebriedad, y sí, buscar la eternidad en el instante de apurar una copa de licor. Cuando usted bebe, señor lector, claro, en caso de que usted beba alcohol, ¿por qué lo hace? ¿Por placer, por desdicha, por dolor, por celebración? Leamos la siguiente cuarteta de Fernando Pessoa:

Al gozo sigue el dolor, y el gozo a este.

Ora el vino bebemos porque es fiesta,

ora bebemos porque hay dolor.

Pero de uno y otro vino nada resta.

Caramba, le creemos al poeta que apuró tragos de vinos y licores con la misma premura con la cual gastó su vida. Murió joven, apenas tenía 47 años. Iba de cafetería en cafetería, de vinatería en vinatería (no había concepto de bar -ni menos cantina- en su Lisboa de la cual, cuando volvió de Sudáfrica, jamás volvió a salir) bebiendo clarete, moscatel, abafado; licores y aguardientes. Su preferido, dicen los biógrafos, era el “Águila Real”.

¿Qué es la vida? Un leve tránsito sobre la tierra. Y sí, hay que cargar con esta existencia como un fardo en las espaldas. Dice Pessoa en una cuarteta: “Nadie soporta el peso malo de los días / salvo por interpuestas alegrías. / Bebe, que así serás el intervalo / entre lo que crearás y lo que no creas”. Soberbio este maestro Pessoa, y sí, casi siempre con una copa de vino en la mano…

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.