FESTIVAL DE PRIMAVERA

FESTIVAL DE PRIMAVERA

(Frutos y cantos)

Aunque el colapso del mundo se acerca al parecer y sus estaciones climáticas (cuatro) en el año perfectamente marcadas y delimitadas, ya son letra muerta, aprieta en el calendario recibir como Dios manda el brote de lo nuevo: la primavera. El mundo se ve diferente y todo adquiere nuevo vigor y brillo con la llegada de esta estación. Y no obstante que este invierno no fue del todo rudo, como si lo ha sido en anteriores años. Pero bueno, aprieta la primavera en la ventana y hoy la recibimos gozosos con esta columna donde hemos realizado una pequeña y aleatoria antología literaria donde se reverberan los frutos, el placer de lo nuevo, el brote de lo verde en los prados, la maravilla de la naturaleza la cual y sí, nos da de comer no sólo literalmente, sino también, nutre nuestro espíritu con la algarabía y explosión de colores, sabores, frutos, bebidas y todo lo que aparejado trae. Entonces pues, a disfrutar la primavera señor lector.

La primavera es una insurrección de aromas, arrancados con gritos a la piedra. Manuel Ponce.

En un lugar de la Mancha, donde Miguel de Cervantes tatuó a fuego lento su historia, lo cual sería apenas en el inicio, la metáfora de la primavera se utiliza como semilla de todo. Y sí, enseña con la gastronomía en su “Don Quijote de la Mancha.” Apenas en la tercera línea, la cocina se hace presente: “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos…” Don Quijote, el esquelético Hidalgo sigue cabalgando con su lanza en astillero, su adarga antigua y su rocín de huesos y tripas.

Para el poeta Orlando González Esteva, no hay nada mejor a un cuerpo en bandeja. En la siguiente cuarteta de versos octosílabos, nos acerca un pedazo de paraíso a nuestros labios: “Ah, tus pechos descubiertos/ y el pequeño caracol/ de tu ombligo bajo el sol./ ¿No oyes reír a los muertos?” El eternamente desgraciado Miguel Hernández nos recuerda esa víscera mayor llamada corazón, el cual es “una naranja helada…”

Adán, triste varón, no fue expulsado del paraíso por deleitarse con los pechos primigenios y puntiagudos, claves del alfabeto, de Eva; tampoco fue expulsado por recorrer, moroso, los muslos redondos, de columna romana, de esta hembra hechas de éter y lamentos, no; el triste Adán fue expulsado por comer del… fruto prohibido. Ponga aquí lector, su fruta preferida en esta primavera para cometer el pecado primigenio. Lo confieso: no la manzana en mi caso, sino la papaya o el mango. En ocasiones, la mora y las frambuesas. En fin, el festín es interminable. Esperemos sea una buena primavera. Así sea.

EL AUTOR

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.