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/ 16 noviembre 2025

ELOGIO DEL VINO

Un elogio al vino como inspiración poética, legado cultural y refugio frente a los estragos —y celebraciones— de la vida.

Celebro la canción del poeta. Alabo su buen gusto y sus filosas palabras. La vid, “hoja de cinco puntas que copia la mano del hombre”, deletreó Álvaro Mutis en su reconocida ceremonia. Cierto. En dicho homenaje, nombra a un poeta persa, alto como pocos, el célebre Omar Khayyan (Siglo XI), quien hizo del vino, del amor y el escepticismo, sus prendas y estandartes de batalla. Encimado en su propio collado desde el cual divisaba la árida planicie y arena del desierto, sus cuartetos son bellos e invulnerables.

Uno de ellos, “Cierto que juré muchas veces abstenerme del vino, más, ¿estaba en mi juicio al hacerlo? Llega siempre la primavera, cubierta de rosas y hace trizas mi raído arrepentimiento.” Sea primavera, otoño o invierno, es necesario beber un buen vino tinto para soportar los estragos de la vida o bien, beber por el solo hecho de estar vivos.

En este sucinto y torpe elogio del vino, no puedo iniciar de otra manera sin citar la genealogía bíblica al respecto. En Salmos 104:15, se lee: Dios nos ha dado “el vino que alegra el ánimo, el aceite que hace brillar nuestra cara, y el alimento que sustenta al ser humano.” En una boda de proporciones eternas, el mismísimo Jesucristo contribuyó a la alegría y éxito del jolgorio al convertir el agua en “el mejor vino.” Juan 2:3-10.

¿Cuál es el mejor vino? El que usted elija a su gusto, apetencia y presupuesto. Hoy, en cualquier supermercado hay harta variedad, apenas años atrás impensable. Los llamados vinos de “garaje” de Baja California, o llamados “vinos de autor”, son ubicuos. Se encuentran en cualquier parte. Las etiquetas y nombres son tan llamativas como engañoso puede ser su caldo. Los vinos españoles e italianos aquí ya se consiguen a buen precio. Las regiones ibéricas con denominación de origen, como Ribera del Duero, Rioja, Ribeiro, son para fortuna nuestra, pan cotidiano.

En Francia, no hay tinto o blanco malo. ¿Bordeaux o Borgoña? Tengo una botella de “Sichel. Grand Vin de Bordeaux” de añada 2006 el cual no, no quiero abrir so pena de que... se acabe en el instante. En Francia e Italia (no puedo dejar de citar a mi favorito, el Chianti Ruffino), los caldos han seducido a reyes, príncipes, monarcas, monjes; a la par de sabios, filósofos, mentecatos e ignorantes.

Los caldos son firmes y de las copas brotan frutos y flores recién cortadas. Una copa de vino, dice el refrán, es más importante en su momento, a dominar un reino. Será por ello acaso que el famoso “Clos de Vougeot” fue por centurias el vino elegido por Papas y Príncipes. Napoleón cuenta la historia, no tomaba otra cosa a no ser el “Chambertin.” Caligrafía precisa y lenta, pisando suelo firme y pergeñando hojas eternas, Alejandro Dumas escribió su obra mientras disfrutaba de una copa de “Montrachet.” Voltaire solía referirse al vino de Borgoña como “el divino jugo de septiembre.”

Vino, historia, cultura y placer.

Jesús R. Cedillo
por
Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete Premios de Periodismo Cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.
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