CALDOS Y BEBIDAS PARA “LEVANTAR MUERTOS” 1/2

JESÚS CEDILLO

Los días se convirtieron en semanas. Las semanas ya son meses. Meses de soledad, aislamiento, meses de quedarse en casa y convertirla en oficina, hotel de paso, restaurante, escuela, gimnasio, universidad, pista de patinaje, discoteca y un largo, largo etcétera.

¿Cómo le ha ido? ¿Cómo se siente hoy? Le recuerdo que las personas con obesidad, diabetes, alergias, hipertensión y, en gran medida, los ancianos son los más débiles si los ataca el virus chino, por lo cual es necesario alimentarse bien. Lo mejor que se pueda.

Para paliar semejante emergencia sanitaria mundial, la cual va para largo, seamos francos, ¿qué beber? ¿Qué bebida nos podrá alegrar nuestra atribulada alma? ¿Y cómo hacerle para avivar la llama de la pasión sexual? Aquí le presento varias opciones. Tome usted la que más le guste o interese y, claro, resista, aguante. Invente usted cosas en su casa e invente platillos y bebidas para que no llegue a usted el tedio, el aburrimiento, la acedia, la nada. Bebidas, caldos y comidas para volar (tanto en la cama, como en la oficina, hoy reducido todo al hogar), casi literalmente. Comenzamos.  

En el erotismo todo se vale. En la guerra y en el amor, dice el refrán, todo es válido. Pero, caray, en estos tiempos convulsos y exiguos que vivimos, ya todo es una sola cosa. El amor, la vida, la muerte. Y así, ruedan rodando las palabras, llegamos a versos célebres: “Llegó con tres heridas: la del amor, la de la vida y la de la muerte.” En honor a la verdad, cito de memoria. Deben de ser del inconmensurable ibérico Miguel Hernández. Y, claro, lo anterior se emparenta con lo que dijo el poeta mexicano José Gorostiza; sólo hay tres temas en poesía y en la literatura misma, es decir, sólo hay tres temas eternos por explorar: el amor, la vida y la muerte.

Coincido con el mago de Aracataca, Colombia, Gabriel García Márquez, quien en su libro “Memoria de mis putas tristes” dejó el siguiente aforismo tatuado a fuego lento en nuestra piel: “El sexo es el consuelo que a uno le queda cuando no le alcanza para el amor”.  Pues sí, cuando no nos alcanza para algo tan sublime como el amor, pues sólo queda la búsqueda de la eternidad a través de los placeres de la carne, y dichos goces, no pocas veces y también, nos rehúyen, nos sacan la vuelta. ¿Cómo convocarlos? La historia, la superstición, la magia nos dicen que a través de pócimas, alimentos, bebidas afrodisíacas, que, entre el mito y la realidad, solemos creer que potencializan nuestro atractivo (la sexualidad), están ligados a la fertilidad o, de plano, en el mejor de los casos y bien utilizadas (bebidas y alimentos), nos hacen atractivos (as) al sexo opuesto.

Pero si hay bebidas y alimentos que, en teoría y solo en teoría, nos potencializan y nos dan vida, hay otros alimentos y hierbas que matan. Es el caso que todos recordamos en la novela, y luego película, de Umberto Eco: “El nombre de la rosa”, donde el bibliotecario (inspirado en la figura de Jorge Luis Borges) muere envenenado al repasar una y otra vez las páginas de la “Retórica” de Aristóteles. Páginas que habrían sido untadas con dosis de arsénico, que pasó al cuerpo del infeliz bibliómano al momento de ser absorbido en la saliva del dedo índice con el cual daba vuelta a las páginas del volumen.

“Levantamuertos” o “parapingas” le dice Mario Vargas Llosa a un cóctel afrodisíaco que deletrea en su novela “Pantaleón y las visitadoras”. El chocolate, una buena taza de chocolate, hace volar a un cura en los textos de Gabriel García Márquez… Vamos iniciando. 

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.