Beneficios del ‘¡Sí, creo!’

Motivarse a uno mismo repitiéndose “Puedo hacerlo mejor la próxima vez”, o imaginándose batiendo su propia marca, mejora el rendimiento en muchas áreas.

El principio de “mente sana en cuerpo sano” podría complementarse, con el de “mente confiada, cuerpo más sano”, según las últimas investigaciones sobre la preparación psicológica positiva aplicada al deporte, cuyos resultados también podrían extrapolarse a otras áreas de la vida personal.

Pensar “puedo hacerlo mejor” realmente puede mejorar el rendimiento físico de la persona que piensa eso, según un trabajo publicado en la revista Frontiers in Psychology, destinado a identificar cuáles son las técnicas de motivación más eficaces, efectuado en el Reino Unido a través de internet y en el que participaron más de 44 mil personas.

El profesor Andrew M. Lane y un equipo del BBC Lab UK, el laboratorio “en línea” de la televisión pública británica, investigaron qué habilidades psicológicas pueden ayudar más a la personas a mejorar sus puntuaciones cuando participan en juegos digitales conectados a la red.

“Los métodos de automotivación analizados fueron la ‘charla con uno mismo’, las imágenes mentales y una técnica de planificación basada en plantearse que ‘haría entonces si…’”, según doctor Lane, investigador del rendimiento del ejercicio deportivo, en la Universidad de Wolverhampton.

Los investigadores comprobaron que las personas que recurrieron a la autoconversación, repitiéndose mentalmente frases como “puedo hacerlo mejor la próxima vez”, jugaron mejor que aquellos que no aplicaron este método, según los investigadores británicos.

Las mayores mejoras en el rendimiento se observaron cuando los participantes se repetían mentalmente “puedo batir mi propia marca” o “puedo reaccionar más rápido esta vez”, o bien se imaginaban a sí mismos jugando y batiendo su propia marca, o jugando y reaccionado más rápido que la vez anterior, según la BBC y Wolverhampton.

Los expertos también comprobaron que el rendimiento de los participantes mejoraba al visionar previamente unos vídeos motivacionales, en los que recibían sugerencias del campeón olímpico Michael Johnson, atleta estadounidense ya retirado, especialista en las pruebas de 200 y 400 metros que ganó cuatro medallas de oro olímpicas, quien recomendaba la preparación mental junto al entrenamiento físico. Según Lane, los participantes tuvieron que controlar sus emociones y actuar con eficacia en una gama de contextos “en línea”, desde hacer un discurso o luchar en un ring de boxeo, hasta pasar un examen de aptitud para ir a lugares peligrosos.

EL PODER DE LA CONFIANZA Y LAS CREENCIAS

Otro estudio del departamento de Ciencias Deportivas de la Universidad de Friburgo, UF, en Alemania, muestra que la gente se beneficia más del ejercicio físico y aumenta su bienestar cuando creen que esta actividad tendrá un efecto positivo sobre ellos.

El psicólogo Hendrik Mothes y su equipo de la UF, efectuaron una investigación en la que descubrieron que los participantes en el estudio experimentaron mayores beneficios, tanto psicológicos como neurofisiológicos (relativos a las funciones del sistema nervioso) al practicar ejercicio, cuando tenían una actitud mental positiva respecto de la actividad física. Además, los investigadores comprobaron que las personas pueden ser influenciadas positivamente en lo relativo al ejercicio antes de realizarlo, según reflejan en el estudio publicado en la revista Journal of Behavioral Medicine.

Los investigadores invitaron a 76 mujeres y hombres de entre 18 y 32 años de edad al laboratorio, para que se ejercitar durante 30 minutos en una bicicleta ergométrica (estática).

A todos los participantes se les preguntó cuál era su actitud respecto de los efectos benéficos del deporte antes de comenzar el estudio. Los expertos de Friburgo midieron la actividad cerebral de los participantes mediante un electroencefalograma (EEG) y les preguntaron sobre su sensación de bienestar y estado de ánimo, antes y después de ejercitarse en la bicicleta, según la UF.

“Aquellos participantes que creían en los beneficios de la actividad física, albergaban pensamientos positivos sobre ella y habían visto los filmes elogiosos, disfrutaban más, se sentían más animados, experimentaban menos ansiedad y estaban más relajados a nivel neuronal, que aquellos menos optimistas respecto del ejercicio”, según el psicólogo Mothes. Según este psicólogo estos resultados probablemente puedan aplicarse a otros deportes de resistencia como correr, nadar o el esquí de fondo, añadiendo que “las creencias y expectativas son fundamentales para la motivación en el deporte y pueden ser un factor determinante a la hora de decidir si salimos a hacer una caminata o nos quedamos en casa en el sofá”.

Para la psicóloga clínica y terapeuta corporal Margarita García Marqués, estos dos estudios son una demostración más “del gran poder que tienen las creencias de una persona en su propia vida”, y sus conclusiones respecto de la influencia de una actitud mental positiva “pueden aplicarse a otras facetas de la existencia”, indica a Efe.

PENSAR BIEN, PARA ACTUAR MEJOR

“Pensar en un objetivo es el primer paso en el camino hacia la acción y, cuando se tiene una creencia o pensamiento positivo hacia ello, es mucho más fácil conseguirlo. Cuando la creencia es negativa tira de la persona hacia atrás psicológicamente”, explica a Efe, García Marqués, que dirige el Centro Hara de crecimiento personal y autoconocimiento.

“Las creencias se forjan en la primera infancia cuando los padres y la familia animan a los niños diciéndoles ‘puedes hacerlo’ o los desaniman diciéndoles ‘no vales o no sirves’, lo cual queda fijado en su inconsciente y, a lo largo de la vida, implica que el individuo tenga que poner más o menos esfuerzo para conseguir las cosas”, según la directora de Hara.

“Decirnos a nosotros mismos ‘¡sí, puedo hacerlo!’, nos ayuda y anima a perseverar, a vencer las dificultades e intentarlo todas las veces que haga falta hasta conseguir el objetivo”, enfatiza.

“En cambio, aquellos que creen que ‘no pueden’, achacan sus errores y fallos a que no valen, no son capaces o no sirven, y dejan de intentar remediarlos y avanzar, abandonando prematuramente el esfuerzo por alcanzar su objetivo, a menudo e irónicamente, en numerosas ocasiones cuando están a punto de conseguirlo”, lamenta.

Según García Marqués, este fenómeno “es algo que ocurre no sólo en los deportes, sino que además funciona en todos los niveles de la vida, como en los estudios o el trabajo”.

“Las creencias también influyen en los afectos, porque si alguien se siente digno de ser amado va a atraer más a la gente o va a arriesgarse a acercarse a quien le atrae, pero si no se siente digno de recibir amor, hará algo para estropear el acercamiento o la relación o los dejará ante la más mínima dificultad o comprobación de que las cosas no son como esperaba”, apunta.

“Uno de los aspectos que trabajamos mediante terapias y juegos psicológicos en un taller denominado “niñ@ interior” consiste en reconocer las creencias que hemos adquirido en la infancia y que tienen mucho poder en nuestra mente, porque son las que nos llevan a sentir que podemos o no conseguir algo, y pueden limitar nuestra vida si son negativas”, concluye la experta.

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Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.