Cuerpos a bajo precio, almas de infinito valor

El auténtico amor cristiano les ha llevado a superar muchas dificultades

Es media noche en Yaundé, África. Un auto se detiene junto a una señorita de 26 años. La mujer habla con el conductor unos segundos y sube. Sólo un dólar. Efímero placer para él; pena duradera para ella. A muy bajo precio. Pero ella piensa en el pequeño que está solo, enfermo y hambriento en casa. Ella ve en la prostitución la única salida a su pobreza y el medio para ayudar a su hijo. Decide vender su cuerpo para salvar el de su niño.

Es la situación de muchas mujeres de esta localidad africana y de muchas partes del mundo. Mujeres que por motivaciones muy diversas, casi siempre ligadas al mantenimiento de su familia, tienen que entregarse por unas cuantas monedas. Sufren esta triste realidad en el más profundo abandono, a pesar de la aparente compañía de cada noche.

En Yaundé es media noche. Otro auto, la misma chica. La mujer se acerca y descubre una mirada diferente. Los de adentro no le preguntan el precio. Se presentan: “somos misioneros católicos”. Ofrecen ayuda. No un dólar, no unas monedas. Más bien un cambio de vida, una salida a su dolor, una compañía a su soledad, un consuelo a su llanto. No miran su cuerpo, pues les interesa su alma. Desde hace quince años, por iniciativa de algunos misioneros que trabajaban con niños de la calle, se fundó el Grupo Rahab. Un grupo que ofrece a estas mujeres un espacio para poder hablar sobre su situación y abrirles horizontes de cara a una reinserción social.

Estaban convencidos de que era un mundo al que se debía ayudar y se lanzaron sin miedos. Aún no tenían nada definido ni concreto. Pero se impuso su interés cristiano por ellas. Les impulsó la búsqueda de una solución a un problema tan triste y deshonroso. Ignominioso por ellas mismas, por su dignidad de mujeres con un valor infinitamente mayor de lo que hacían.

El Grupo Rahab, coordinado por la profesora Annie Josse, de la Institución Teresiana, busca sacarles de la prostitución y brindarles otras opciones para ganarse la vida. Ofrecen proyectos de formación profesional con talleres en peluquería, decoración, hostelería, corte y confección o informática. En 2010 alquilaron una casa y en ella crearon una cooperativa para darles trabajo a quienes ya han recibido la formación. Cuentan con la financiación de dos ONG’s, la española “Caminos solidarios” y la alemana “Solidaritat und Kultur”.

Desde su fundación en 1997, sesenta mujeres se han beneficiado de este proyecto. La falta de medios económicos ha limitado los números, pero no ha mermado la constancia y voluntad de los coordinadores. El auténtico amor cristiano les ha llevado a superar muchas dificultades, como la atención a las contagiadas de SIDA. El grupo paga las facturas del dispensario al que acuden estas mujeres y sus hijos.

Como Cristo, ellos tienden una mano a estas Magdalenas, sin condenarlas. No recogen piedras, las auxilian. No repudian ni dejan morir a las que Dios ha confiado la fuente de la vida. Optaron por ellas y las abrazaron de modo diferente: el abrazo de la misericordia y del amor.

Ante un problema tan serio y triste como la prostitución, el proyecto buscó y está dando soluciones realistas. Por ellas, por estas mujeres que no son objetos sino seres humanos con una dignidad invaluable. Vieron en sus rostros más allá del maquillaje: vieron almas de valor infinito para salvar.

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Juan Antonio Ruiz

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo.