María Elena Olvera: 27 años ayudando a transformar vidas desde la terapia. Foto: Luis Meléndez
La psicóloga María Elena Olvera destaca la importancia de la terapia preventiva como herramienta clave para el bienestar y la salud mental integral.
Cada 20 de mayo se celebra el Día Internacional del Psicólogo, una fecha que invita a reflexionar sobre el papel fundamental que desempeñan estos profesionales en el bienestar de las personas y de la sociedad en su conjunto.
Para profundizar en la importancia de la salud mental y por qué todos —sin excepción— deberíamos considerar la atención psicológica como parte de nuestro cuidado personal, 360 conversó con la psicóloga María Elena Olvera Cedillo, quien cuenta con más de 27 años de experiencia clínica y 28 como docente en el ámbito universitario.
A lo largo de su trayectoria, ha sido testigo de cómo la terapia transforma vidas, más allá de las crisis, y nos ofrece una mirada experta sobre los beneficios de acudir a un psicólogo incluso en momentos de aparente estabilidad.
¿Por qué consideras que la atención psicológica debería ser vista como una necesidad universal y no solo como un recurso en momentos de crisis?
Generalmente, la gente piensa en acudir solo en crisis. Pero primero tenemos que hablar de salud mental, porque si no, llegamos a una terapia ya en situación de urgencia, y realmente hay que prevenir. ¿Y qué tengo que hacer para cuidar mi salud mental? Tener una buena alimentación, hacer ejercicio, tener recreación y esparcimiento, porque también tenemos que salir de la rutina y, sobre todo, el manejo de mis propias emociones. Ahí es donde entra la terapia, no solo en los momentos de crisis. En ella se enseña a hablar de las emociones, cómo manejarlas.
Deberíamos verla como una necesidad, porque nos da las herramientas para gestionar las emociones y, desde ahí, tomar decisiones benéficas para nosotros mismos.
En tu experiencia clínica, ¿cuáles son los beneficios más notables que han experimentado las personas que acuden a terapia de forma preventiva o regular?
Es difícil que vengan de manera preventiva. Que digan: “vengo para obtener herramientas o para salir adelante”, es difícil. Generalmente vienen cuando ya está presente un problema o ya se disparó un trastorno de ansiedad o de depresión, o viene la madre con su hija con un trastorno de la conducta alimentaria. Pero una vez que vienen, dicen: “yo quiero salir adelante, conocer mi personalidad para tomar decisiones adecuadas”. Y al obtener esas herramientas, se les abre un mundo de diferencia. Es decir, “sé ahora por dónde voy, qué es lo que tengo que hacer y cómo manejar mis emociones”, porque en la vida habrá éxitos y fracasos, situaciones complicadas de pareja y familiares, pero si hay mecanismos y se conoce la personalidad, va a ser un continuo éxito en la persona y en su salud mental, y eso es lo que buscamos todos. Sí hay un cambio, pero generalmente llegan a terapia cuando ya está difícil la situación y ya no pueden, cuando ya están muy desesperados y cerca del suicidio. Si tuviéramos esa información antes, si fuera preventiva, otra cosa sería en nuestra salud mental.
Desde tu visión como docente, ¿cómo ha cambiado la percepción social sobre la salud mental y la psicoterapia en los últimos 28 años?
Un mundo de diferencia. Yo inicié muchísimos años atrás, y el hecho de tener pacientes que llegaran por apoyo psicológico era bien difícil. Primero, por el tabú: a terapia solo van los locos. Segundo: “¿Qué va a decir mi familia si estoy yendo a terapia psicológica?” Y finalmente, el sentirse juzgado: “Si voy a terapia, soy débil y no puedo con las cosas”.
Esos tres prejuicios existían.
Ahora ha habido un cambio. Mira, son 28 años en la docencia, en diferentes universidades de Saltillo, y conforme han avanzado los años, la información que se le ha dado a la gente —los spots publicitarios, las ferias de la salud donde se incluyen psicólogos— han abierto mucho el pensamiento de las personas.
Y ahorita yo tengo una mayor población de hombres adultos jóvenes que de mujeres. Y antes, que un hombre fuera a terapia era imposible.
Y ahora, más del 50 % de mis pacientes son adultos jóvenes, y muchos vienen para tener herramientas para lograr una buena pareja, una buena familia, éxito en su trabajo.
Siempre hemos llevado pláticas a escuelas, y realmente ha habido un gran cambio. Los psicólogos estamos llenos de pacientes porque la mentalidad se ha modificado mucho.
La terapia psicológica no es un lujo, es una herramienta vital para el bienestar.Foto: Luis Meléndez
¿Qué mitos o ideas erróneas siguen frenando a las personas de buscar ayuda psicológica?
Todavía existen esos mitos que te decía: “Es que soy débil”, “¿qué van a decir?”, “solo es para locos”, “si mi esposa se entera que vengo a terapia...”. Otro de los mitos dice que la psicología no es una ciencia —y claro que es una ciencia. Otro mito también muy fuerte: “Yo puedo solo, ¿para qué tengo que ir a contarle mis cosas a un desconocido?”. Esa es la parte donde, gracias a esas ideas erróneas, la gente cree que no les ayudamos en nada.
Cuando se dan cuenta de la importancia de la psicología, cambian.
Sí, todavía hay mitos, aunque la población ya entiende más lo que es la terapia psicológica.
¿Cómo influye la atención psicológica en la calidad de vida, no solo a nivel individual, sino también en las relaciones familiares, laborales y sociales?
Influye muchísimo, porque realmente en el proceso de terapia buscamos la salud mental. Y si tenemos salud mental en nuestras tres áreas —biopsicosocial—, esas tres esferas van a estar en armonía. Mientras que si yo no tengo una calidad de vida porque estoy conflictuado por algo, mis esferas van a estar mal.
Entonces, ¿cómo influye esa atención psicológica?
Buscando el equilibrio de las tres esferas: biológica, psicológica y social. Estando en equilibrio, todas mis relaciones —familiares, laborales y sociales— también lo estarán. Voy a poder manejar mis emociones y resolver problemas de una forma adecuada y positiva.
Acudir a terapia es un acto de amor propio y no un signo de debilidad.Foto: Luis Meléndez
¿Qué papel juega la educación emocional desde edades tempranas en la prevención de problemas psicológicos futuros?
Enormemente. Ahora, desde preescolar, se habla de salud mental con base en la inteligencia emocional. El niño debe aprender a describir lo que está sintiendo. Muchas veces les preguntamos, ya más grandecitos: “¿Cómo estás?”, o “¿cómo te sientes?”, y contestan: “Bien”. Y fue todo.
No saben nombrar si se sienten felices, frustrados, enojados... No saben cómo se llama lo que están sintiendo.
Entonces, ahora, desde preescolar se empieza a trabajar para que conozcan sus emociones. Tenemos una ventaja ahora con los emojis, que ayudan muchísimo a identificar qué están sintiendo, para que describan sus emociones y las puedan platicar. Una cosa es que sepa que está triste y otra que sepa expresarlo. Cuando lo expresa es donde entra la inteligencia emocional, cuando sale de él lo que siente de forma oral. Entonces descansa, porque comprende lo que está pasando y puede recibir apoyo. Y hay programas de inteligencia emocional para adolescentes también. Son muy importantes porque el adolescente, ahorita, está perdido en el mundo, y si trabajamos eso, va a poder salir adelante.
¿Qué señales cotidianas pueden indicarnos que necesitamos acudir con un profesional, aunque no tengamos un “problema grave”?
Si hay algo que te incomoda, si sientes que no estás avanzando, si estás estresado todo el tiempo o sientes tristeza —“me levanto a fuerzas”, “me la paso dormido”, “no quiero salir”—, esas son señales. “Me enojo por todo”, la falta de control de impulsos... Son señales que te están diciendo: ¡aguas! Para que puedas entender lo que te está sucediendo.
Si estás dejando de comer porque no te gusta tu cuerpo y estás incómoda con eso, ¡aguas!, porque puede desarrollarse un trastorno de la conducta alimentaria.
Un estrés pasa a estrés crónico, el estrés crónico pasa a una ansiedad, y si no paramos todo eso, llegamos a un trastorno de ansiedad.
Primero hay que darnos cuenta: si me estoy sintiendo diferente, ¿qué me incomoda?, ¿hay conductas que no son normales a las que yo solía tener? Tengo que darme cuenta de que algo está pasando en mí para poder acudir a terapia psicológica.
¿Cuál es su mensaje para quienes aún sienten resistencia, miedo o vergüenza de iniciar un proceso terapéutico?
No tengas miedo de conocerte. A veces duele, pero eso te va a dar la libertad de ser tú mismo. Esa parte de quererte tantito... Quiérete, ámate, y al estar bien en tu salud mental, eso te va a ayudar a convertirte en la persona que quieres ser: una persona buena, de éxito, alegre y feliz.
Pierdan el miedo de acudir a terapia.
La atención psicológica no es solo para quien sufre, sino también para quien quiere crecer, conocerse y vivir con mayor plenitud. Como lo expresa María Elena Olvera Cedillo, cuidar de nuestra salud mental es tan esencial como cuidar del cuerpo: es un acto de responsabilidad, de amor propio y también de empatía con quienes nos rodean. En este Día del Psicólogo, su experiencia y sus palabras nos invitan a repensar la psicoterapia no como el último recurso, sino como una herramienta cotidiana de bienestar. Quizás el mejor momento para acudir a terapia no sea cuando “ya no podemos más”, sino precisamente ahora.
María Elena Olvera, psicóloga y docente universitaria.Foto: Luis Meléndez
Egresada de la primera generación de la licenciatura en Estudios Humanísticos y Sociales de la Universidad de Monterrey, tiene experiencia en el ámbito gubernamental y 20 años de trayectoria en los medios impresos particularmente en área cultural, en los que obtuvo un Premio Estatal de Periodismo en Crónica Cultural.