ES MOMENTO DE ESCUCHAR

CRSTI

Si tenemos algo en común, independientemente de la disciplina o modo de educación de los hijos es el infinito amor que sentimos hacia ellos. Ser padres siempre será un desafío; pero hoy reconozco el inmenso reto de aquellos que intentan darle a los hijos, herramientas, tiempo y atención en esta difícil etapa.

Constantemente alarman las noticias diarias, en las que mencionan que en muchos lugares del mundo la depresión o la ansiedad está en todas las edades y que se ha disparado exponencialmente; y OJO; los niños no son la excepción.  Y es mucho más difícil detectarlas ya que a los niños les cuesta muchísimo digerir o expresar lo que realmente sienten. (No solo hablando de la depresión clínica; si no de ese sentimiento de desesperanza que puede convertirse en un tema importante si no se le presta atención a tiempo).

Recuerdo que en un curso que tomé, nos alentaban a fortalecer los lazos con los hijos por medio de actividades que permiten conocer un poco más la personalidad de cada uno de ellos; ver sus reacciones ante la frustración, su forma de pensar, enseñándoles también a razonar por medio de juegos y mil beneficios más que tiene el hacerlo en familia; hoy destaco esta actividad, no solo para lo que anteriormente menciono sino para conectarnos con ellos.

En este curso; una de las madres primerizas apelaba a la docente por el uso de la tecnología como medio de estimulación y la respuesta fue tajante… “Señora, estos medios.. les impiden desarrollar su creatividad y su desempeño tanto cognitivo como su capacidad para expresarse.”

Hoy mi risa es casi abominable al recordar esta respuesta; no creo ser la única madre en el planeta que ya agotó todos sus recursos para entretener a los pequeños en casa… Confieso y admito la culpa, que en ciertos momentos ocupo ayuda de la tecnología.

En fin; haciendo una regresión al momento del curso, justo con este comentario (que como les reafirmo me causó gracia en estos momentos); en algo sí coincido con la Lic. en Pedagogía; la interacción constante, pues es la más valiosa herramienta para evitar cualquier tipo de bloqueo entre nosotros y ellos. El estar “al pendiente” de su sentir se volvió en un “tienes que” …

Específicamente hablando de mis hijos; veo que ellos también quieren respuestas, yo escucho sus preguntas, hay algunas que necesito tiempo para responder, pero casi siempre intento que sean respuestas reales, pero sobre todo que les generen paz. 

Es fundamental entender que el pensamiento de un niño; no es nada parecido ni al de un adolescente y mucho menos al de un adulto. Inclusive las cortezas cerebrales marcan la forma de pensar o razonar según la etapa.

Encaminarlos a desarrollar la resiliencia y sobre todo darles las herramientas para que ellos puedan saber que sigue habiendo un mañana, ellos necesitan esperanza. 

Brindarles dosis de fé, de amor, de apoyo, ellos cuentan con nosotros y si ellos supieran cuanto nosotros también dependemos de ellos.

Como padres podemos formular preguntas como: ¿Cómo te hace sentir esto? ¿Qué te gustaría que pasara? ¿Tienes miedo? ¿Te sientes enojado? ¿Qué podemos hacer para cambiarlo?, aquí estoy contigo, quiero ayudarte. 

Y si hubiera en casa alguna persona que está experimentando esta sensación de depresión o ansiedad; es muy importante buscar orientación.  Digamos que es como cuando salen las mascarillas de oxígeno en un avión; primero debe ponérsela el adulto y después al infante. ¡¿Por qué!? ¡Fácil! No podemos auxiliar a nuestros hijos, si a nosotros también nos faltara el “oxígeno”, es decir, sería imposible dar lo que no tenemos. 

Hoy la búsqueda de ayuda no es un privilegio; es una necesidad.

Un remedio eficaz para quitar este sentimiento de ansiedad es generar rutinas; respetar actividades, momentos de aburrimiento sin aparatos tecnológicos y cuando se los brindemos que sean por diversión no como vía de escape…

Jugar en familia y el diálogo constante; es una oportunidad para escarbar un poquito en sus corazones y así detectar qué patrones o conductas se presentan como algo nuevo en estos momentos que no sean para echar al saco roto. Porque son momentos en que los niños “se relajan” y en cierta manera, “bajan la guardia”.

Dejemos que ellos hablen y nos cuenten cómo se sienten sin juzgar y tratar de entender. Esta noche, permitamos que ellos nos cuenten el cuento. El final feliz, en mucho y gran medida, depende de nosotros mismos.

Cristina Aguirre Rosales

Licenciada en Derecho, egresada de la Facultad de Jurisprudencia, escritora activa. Esposa y madre de tres hijos. Dedicada a la crianza y siempre en la búsqueda de contribuir a su formación y su entorno.