EMILIO ABUGARADE: BÚSQUEDAS Y ENCUENTROS

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Por: Carolina García

Fotos: Luis Castrejón

El maestro Emilio Abugarade nos recibió en su estudio, un cuarto iluminado con el sol de primavera y lleno de arte. Las obras cuelgan de todas las paredes, incluso una sobre otra. Los materiales se agrupan en una mesa, pinceles de varios tamaños, pintura de cientos de colores.

Él sonríe mientras nos habla un poco sobre su rutina. Antes, su labor artística abarcaba seis horas de su día, divididas entre la mañana y la tarde; ahora, disminuyeron a cuatro. “Yo pinto de pie y las fuerzas ya no son las mismas. Por eso he reducido el tiempo”. Su dedicación se aprecia en cada rincón de su estudio y de su hogar. Las pinturas se entrelazan con los reconocimientos, el esfuerzo con las satisfacciones.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Del realismo a lo abstracto

Emilio Abugarade empezó su carrera artística en 1958 con la maestra Carmen Harlan Laroche; lleva 60 años ininterrumpidos dedicados a la pintura. Tres años después, tuvo la oportunidad de hacer una exposición en la Ciudad de México, en Galería Romano. Allí conoció al maestro Luis Sahún y al acuarelista Ignacio Beteta. Ambos le ofrecieron clases gratuitas y él las aprovechó al máximo. Acumuló conocimientos que no han dejado de evolucionar. Pasó del óleo a la acuarela, el acrílico y el collage.

Sus maestros sentaron las bases, pero también le impulsaron a conocer más. “Poco a poco acumulas técnicas, modos de hacer las formas, aprendes de tu misma producción, qué hiciste bien, qué mal y por qué. Crece tu conocimiento, mejora tu técnica y obtienes más calidad”. Sin embargo, señala que para alcanzar esto se deben tener varios profesores, pues cada uno de ellos enriquece de manera distinta.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Su obra al principio es realista, pero después del 2000 adquiere rasgos, aunque no del todo, abstractos. Permanecen figuras legibles, formas; se modifica el colorido, el diseño, la composición.

“Cuando empecé, tomaba todo al natural. Salía al campo, pintaba calles, árboles, montañas, lo que fuera. Después busqué temas. En 1979 fue el Año Internacional del niño y preparé 30 cuadros sobre eso. Posteriormente fue “Nuestra gente, nuestro entorno”; hice lugares de Saltillo, personas, vendedoras, trabajadores del campo. En 1998 realicé la exposición “Donde la arena y el mar”: hubo barcos, gente en la playa, lancheros. Además, cada cinco años festejaba mis aniversarios. Actualmente me encuentro celebrando los 60 años con la exposición “Retrospectiva: seis décadas de constante búsqueda” en el Centro Cultural Vito Alessio Robles. Allí encuentran desde mis inicios hasta lo más reciente”.

La pintura es su vida, le hace feliz. Quiere a todas sus obras por igual, pero algunas tienen un sitio especial en su memoria. “He tenido varias satisfacciones en concursos, he ganado varios premios y ésas son las que más aprecio. Me dieron un nombre, una distinción”. “Con los tres elementos”, “Puesto de escobas, “Patio”, “Árboles en otoño” y “Dunas” son algunas de ellas.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Emilio Abugarade no tiene malos recuerdos en el estudio. Cada uno de sus cuadros tiene una anécdota feliz.“Yo pinto por placer y toda mi obra transmite alegría, distrae. Espero que el público la reciba; sí he oído comentarios así. Siento que he logrado mi propósito”.

Pero eso no significa fuera sencillo. Se esforzó durante años, practicó y trabajó para lograr la excelencia que ahora muestra en cada uno de sus cuadros. Se enfrentó a diversos obstáculos, pero el más grande siempre ha sido y será la tela blanca. “Te paras enfrente y no sabes ni por dónde vas a dar la primera pincelada. Empiezas a escoger ciertos colores, para aplicarlos, combinarlos, encontrar formas, hacer tu diseño, tu composición. Así se arma el cuadro. Él te va diciendo aquí falta color, está muy borrado, márcale, balancea. Es imprescindible dialogar con él”.

La obra debe exhibirse

A lo largo de su carrera, ha participado en diversas exposiciones, tanto colectivas como individuales. Algunas de ellas fueron en el Hospicio Cabañas de Guadalajara, en el Museo de la Ciudad de México; pero la que más recuerda se realizó en Florencia, Italia. Allí ganó, en 2003, la medalla de Bronce en el XXI Premio Firenze. Además, a lo largo de su carrera recibió múltiples reconocimientos y menciones honoríficas en concursos de pintura. “Todos esos detalles lo llenan a uno, lo satisfacen mucho. Piensas ‘valen la pena todas las horas frente al caballete, tratando de sacar lo mejor’”.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

Asimismo, sus obras se encuentran en diversas colecciones tanto en México como en el extranjero: en el Museo de Arte de Sinaloa, el Museo de la Acuarela del Estado de México, el Museo de Arte de Brownsville (Texas, Estados Unidos), el Instituto Coahuilense de Cultura (Saltillo) y en varias colecciones privadas.

Al preguntarle cuál exposición recuerda con más cariño, sonríe y contesta de inmediato: “Ésta última”. Se encuentra en el Centro Cultural Vito Alessio Robles y “es un recorrido por la carrera del artista en una secuencia cronológica en sentido inverso. Es decir, se inicia con lo más reciente, cercano a la abstracción, dándole seguimiento hasta concluir con los cuadros de data más antigua, paisajes y figura humana”.

El conocimiento se comparte

Como maestro es exigente. Así lo señala él al recordar sus años de docencia en la Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera de la Universidad Autónoma de Coahuila. “Deseaba precisión, calidad, que los alumnos controlaran el dibujo y sacaran su labor lo mejor posible. Todo eso lleva tiempo, es mucho trabajo. No es magia, debes estar pintando”.

También realizó diversos cursos intensivos en ciudades como Culiacán, Mazatlán, Browsville (Texas) y, por supuesto, Saltillo. En ellos buscaba enseñar las bases a los alumnos y así pudieran obtener la mayor calidad posible. Eso es imprescindible para considerarse un verdadero pintor.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

El camino no termina

El mundo del arte es difícil, ha debido insistir, sacrificar y plantear metas para guiar su camino. Cada maestro le enseñó un aspecto que él desarrolló después. Pero tampoco es imposible, con esfuerzo y dedicación se comienza a producir; luego vienen los retos de dónde exponer. “Empiecen en lugares pequeños, donde tengan oportunidad, pues es muy importante ver la reacción del público. La crítica es necesaria, algo hay de razón y es lo que debes tomar”.

El arte le apasiona, le mueve, es su vida. “Si no tuviera la pintura, yo creo que ya me hubiera muerto. Me hace levantarme en la mañana y pensar qué haré, qué colores usaré y a organizarme para trabajar”.

Con seis décadas de incesante trabajo, la obra de Emilio Abugarade transmite su pasión por la vida y el arte.

El futuro se presenta brillante para el maestro Emilio Abugarade. “Mi única meta es seguir trabajando. Mientras tenga fuerza e ideas para proyectar, seguiré pintando. También quiero promover mi obra en otras ciudades. Tengo muchísima y es para que la gente la vea, no para tenerla aquí”.

La exposición “Retrospectiva: seis décadas de constante búsqueda” se encuentra en el Centro Cultural Vito Alessio Robles ubicado en Hidalgo y Aldama en el Centro Histórico de Saltillo. Martes a Domingo de 10 a 18 horas.

Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).