Relativamente hace poco (iniciando este enero) le conté aquí de un libro el cual compré en un bazar de asombros en el Mercado Juárez de Monterrey, “Recuento de poemas 1950-1993” de ese poeta, el inconmensurable Jaime Sabines. Poeta de los más queridos en México y en Latinoamérica. De los más queridos y más leídos. Le conté de ello en el texto deletreado “Frutos amargos y podridos”.
Recibí varios comentarios. Lo cual siempre agradezco como retroalimentación con usted, señor lector, el cual me favorece con su lectura. Hoy, y a petición suya, acometo de nuevo la tarea de leer (o releer) a Jaime Sabines en clave gastronómica. Lo vimos antes: un buen poeta puede convertir en oro la bisutería, la aparente palabrería huera. Pero también es cierto que el poeta a cualquier fruto dulce y sano y rozagante, puede terminar impregnándolo de gusanos y moscas. Lo convierte, al fruto, la bebida o la alimentación toda, en comida amarga y avinagrada, merced a ese don divino: el lenguaje, las palabras y su alquimia perpetua.
Sin más preámbulo, leamos varios textos de Jaime Sabines en clave gastronómica. ¿Qué es el amor para usted, señor lector? Imagino, como usted y yo somos occidentales, pues depositamos todo nuestro dinero y apuesta en eso llamado amor. Tenemos un agravante más: somos vecinos de Hollywood y todo lo medimos con ese tamiz almibarado de sus cintas y guiones. ¿Qué es el amor para el poeta Jaime Sabines? ¿Cómo definiría usted un amor atravesado? Deletrea el poeta: “Yo traía un amor reteadentro, / sin hablar, al fracaso. / Uva de soledad. Sin luna el mar”.
¿De qué está compuesto el hombre, de qué estamos hechos?: “Uno es el agua de la sed que tiene, / el silencio que calla nuestra lengua, / el pan, la sal, y la amorosa urgencia de aire movido en cada célula”. ¿Cuando usted no tiene a la mujer amada a un lado por cualquier motivo y la desea irremediablemente, qué siente, a qué la invitaría cuando se le cierra el mundo preñado de soledad y silencio?: “Te invito a comer uvas esta tarde / o a tomar café, si llueve, / y a estar juntos siempre, siempre, hasta la noche”.
Ahora estos versos en los cuales el poeta (nosotros mismos, nos vemos y nos reconocemos) busca aquello inalcanzable: “Se está enfermo de miedo como de paludismo / Alguien se refugia en las pequeñas cosas, / los libros, el café, las amistades…” Café y cigarro fueron amigos inseparables del poeta Sabines. ¿Pero, cómo definiríamos a un poeta, quién es un poeta? Aquel pudriéndose “como un costal de frutas y gusanos”.
Con Jaime Sabines no hay medias tintas ni lugar para el macilento sollozo: poesía de vida o muerte. Con una fuerte dotación de cigarros, café, tragos, frutas y siempre, siempre poner los ojos en “un barril de vino”.