¿CÓMO RESOLVER ASERTIVAMENTE LAS DIFERENCIAS FAMILIARES?

¿CÓMO RESOLVER ASERTIVAMENTE LAS DIFERENCIAS FAMILIARES?

“Los problemas y los conflictos forman parte inevitable de la vida y de la convivencia. Lo importante es nuestra actitud al asumirlos.” Vince Lombardi

Las familias son la brújula que nos guían. Son la inspiración para llegar a grandes alturas, y nuestro consuelo cuando ocasionalmente fallamos. Y cómo bien lo decía Brad Henry, poco amor hay tan eterno cómo el de la familia, pero también es natural que se desarrollen conflictos, ya sea en la infancia o cuándo los miembros crecen y se generan nuevos sistemas familiares al llegar las nueras, yernos, nietos, nuevas parejas, y de la misma manera siempre está en constante evolución y cambios.

La familia es la primera célula esencial de la sociedad humana, dónde aprendemos a relacionarnos, a ceder, a observar, a comportarnos. Aprendemos también cómo resolver conflictos, cómo manejar las diferencias y en la mayoría de las ocasiones a evadirlas. Y esta evasión de conflicto, conlleva a una serie de consecuencias que afectan y van corroyendo la mirada de cada miembro. Y con esto me refiero a las distintas miradas de los conflictos.

En coaching aprendemos que cada mirada tiene validez y que cada persona en su unicidad y en su propia historia, es dueña exclusiva de su propia verdad. Pero es básico detenernos ante cualquier circunstancia y analizar las perspectivas…

¿Qué tengo que aprender en esta circunstancia? ¿Cómo ve cada quien las cosas? Es importante comprender que también la perspectiva de los otros es válida y está bien, aunque esto no quiere decir que lo comparta.

Y ante los conflictos, valdría primero analizar el propio comportamiento. Ya sea cómo padre o cómo hijo. El amor misericordioso de un padre siempre está presente. ¿Cómo padre? ¿Qué tan misericordioso soy con mis hijos? ¿Cómo hijo? ¿Qué tan misericordioso soy con mis padres? ¿Qué tanto mendigo? Cómo padres, hijos o hermanos, hemos de amar y respetar la libertad del otro. Se es un hijo o un padre misericordioso cuándo…

Se busca ser alegre y se regocija cuándo al otro le va bien, celebrando sus triunfos y sus decisiones. Cuando se palpa el amor en el perdón, se responde con una bienvenida, con una acogida sin palabras, con gestos conciliadores, con un agradecimiento constante.

La familia está constituida por un amor fraterno que sólo se da y se experimenta en ella misma. ¿Qué tanto amo para poder perdonar? ¿Amo y me siento amado? ¿Qué tanto me detengo a comprender que la familia es un espacio dónde se dan relaciones de servicio, de amor compartido, de constante perdón y amor desprendido? ¿Me encuentro disponible y abierto para recibir el amor? ¿Soy un factor misericordioso y de unidad en mi familia? Tomando conciencia. y experimentando que cada quien tiene su propia verdad sin tomarme las cosas personalmente. Sintiendo el dolor de forma sana. Llorando, escribiendo, entregándoselo a Dios, atravesándolo en terapia.

Poniéndome en camino para resolverlo. Buscando desmenuzar lo que se habló, se expresó, se buscó, sin atacar. Buscando preguntar sin suponer, y permitiéndote perdonarte y perdonar. Recordando siempre que la familia es un espacio de amor y de diálogo, y que si este no se está dando, hay que buscar crearlo.

En ocasiones cómo padres reaccionamos con el.. “Ya ves, te lo dije, lo sabía…” O simplemente peleamos con el querer demostrar que tenemos la razón. Y en otras tantas, cómo hijos, retamos a nuestros padres siendo egoístas, juzgando y siendo malagradecidos. Y… ¿Quién tendrá la razón? Seguramente ambos, padre e hijo. Pero lo que hay que buscar es no hacer las cosas por cumplir. Hay que buscar ser más cómo Dios en la familia. Ser un padre amoroso, ser un hijo amoroso.

Como diría mi abuelita Martha, “No es cuestión de obligaciones, es cuestión de sentimientos.” ¿Qué me nace hacer? ¿Ese deseo de amor, de agradar, de compensar de hacer? Es ese amor fraterno. Dios nos ama por lo que somos, no por lo que hacemos, así como cada padre en la tierra.

Todos en cierta medida somos como el hijo pródigo, hemos de volver a alguien de nuestro núcleo y en ocasiones hemos de ser el que tome la iniciativa. Vivamos la experiencia de un amor fraterno y misericordioso, y seámoslo con los demás.

Como bien decía el Papa Francisco, para llevar adelante una familia es necesario usar tres palabras claves: permiso, gracias, perdón. Los conflictos no resueltos traen enojo, tristeza, decepción, vergüenza y exclusión. No temas intentar dialogar, resolver, atravesar en familia. Recuerda cómo decía Odgen Stiers, familia significa que nadie se queda atrás, ni se olvida.

“El amor no es conflictos o peleas. El amor es sanar cada diferencia con respeto y tolerancia.” Hernán Sabio.

LA AUTORA

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.