40 DÍAS PARA PONER A DIOS COMO LO PRIMERO

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“Estabas tan lejos y eso le dolía tanto que decidió enviar a su hijo, para llevarte nuevamente a casa. En el camino tuvo que pelear y fue herido, pero eso no importó, porque tú lo valías todo…”

J.L. Kraft comenzó vendiendo quesos en las calles de Chicago, pero no tuvo éxito. En una ocasión, un amigo cristiano le dijo, “Tú no tienes a Dios en primer lugar en tu vida ni en tu negocio. Ponlo en primer lugar sobre todas las cosas que haces, y verás que los resultados serán diferentes.” Desde ese momento, él comenzó a darle prioridad y hoy en día es considerado el imperio de quesos más grande del mundo.

Jesús dijo, “Sólo mantén tus prioridades en orden, y Dios cuidará de ti.”

Dios nos provee cuando le damos el primer lugar, Dios abre puertas y provee bendiciones en nuestras vidas cuando lo ponemos por encima de todo. Si hacemos de nuestra vida la misión del Reino de Dios antes que nuestros propios deseos, el añadirá lo demás.

Hemos comenzado ya los cuarenta días en los que Jesús hecho hombre nos invita a acompañarle en el desierto, a sacrificarnos junto a él de diversas formas, a ponerlo encima de nuestros propios deseos e intereses. Y es que considero en realidad que es el mejor momento para detenernos y preguntarnos…

¿Cuál es el lugar que le doy a Dios?

¿Qué lugar ocupa en mi vida?

¿Qué entiendo cuando digo que Dios es Dios?

¿De qué maneras el mundo me invita a darle la espalda a Dios?

¿Cómo puedo darle a Dios el lugar que merece en mi vida personal y familiar?

¿De qué maneras concretas puedo ponerlo cómo prioridad?

  1. DISPOSICIÓN. Pasar tiempo con Dios. No podemos conocer a alguien con quien no convivimos. Es diferente creer en un Dios que existe, y otra cosa muy distinta conocerle. Busca ese lugar, ese grupo, ese templo, esa persona que te invita a conocerle y encontrarle. No podemos amar lo que no conocemos y sólo se conoce en la vivencia y experiencia.
  2. Hacer lo que él nos pide. No podemos saber qué quiere de nosotros, si no le conocemos o pasamos tiempo con él. Cuando aprendemos a escucharlo, aprendemos a identificar en qué y dónde nos quiere.
  3. Esforzándonos por darle nuestra calidad de tiempo. Siempre habrá obligaciones, poco tiempo, cosas, circunstancias, que nos harán querer darle un segundo lugar, pero teniendo claro de qué forma le glorificamos y le damos un lugar en nuestra vida, le damos su lugar.

Para poder poner a Dios cómo lo primero, tenemos que aprender a estar con él, a disfrutar de su presencia en el Sagrario, en el templo, en el apostolado, con las personas que necesitan ayuda… dónde sabemos que está.

Cuando ponemos a Dios cómo lo primero, lo honramos. Le demostramos nuestra fe y nuestro amor, y le abrimos a Dios la puerta para que nos bendiga.

Dios quiere que le ofrezcamos lo mejor de nosotros, lo que nos cuesta, lo que nos duele. ¿De qué tamaño es nuestra ofrenda? ¿Qué puedo ofrecerle en las diversas vocaciones que ejerzo, cómo le alabo o doy gloria?

Recuerda que Dios te usa como persona para ser instrumento y para dar a los demás. De la misma manera usa a otros para darte a ti. Es importante ponerlo cómo lo primero y estar al mismo tiempo abiertos para recibir.

Bayless Conley contaba una historia que muestra perfectamente cómo poner a Dios primero antes que cualquier cosa terrenal.

Había un granjero en el oeste, un hombre de Dios. Sus hijos aprendieron de él a servirle a Dios convirtiéndose en doctores, granjeros, produciendo y en el servicio. Aprendieron de su padre que siempre que había algún conflicto o problema, había que buscar primero a Dios. Uno de los hijos se enfermó y antes de llamar al doctor, el padre dijo llamaremos al doctor si lo necesitamos. Nueve de cada diez veces que el niño se enfermaba, el padre oraba y éste se mejoraba. En una ocasión, el tractor se descompuso antes de la cosecha y después de repararlo varias veces el tractor dejó de funcionar por completo. Uno de los hijos le dijo, “Padre vayamos al banco a pedir un préstamo para el tractor pues ya casi es la cosecha”, y el padre les dijo, “Iremos al banco si es necesario pero debemos hablar con Dios primero”. Toda la familia se reunió en oración y vació en él todas sus preocupaciones. Al día siguiente, un granjero local se apareció en la finca y le dijo, “Escuché que su tractor no está funcionando; tengo un tractor nuevo, el viejo aún me funciona muy bien, así que me gustaría vendérselos. Pueden pagármelo durante tres años sin intereses y comenzar a darme el primer pago cuando tengan la cosecha de este año. Esos niños vieron el fruto de poner primero las cosas en manos de Dios.

Vayamos primero a Dios.

Oremos primero a Dios.

Escuchemos primero a Dios.

Dios intervendrá en formas y en caminos que ni siquiera imaginamos.

Dios peleará una batalla por nosotros mucho antes de que pensemos cómo la lucharemos.

Vayamos primero a él. Dejemos de ponerlo cómo el último de la lista.

Hagamos de esta cuaresma una oportunidad para ponerlo cómo el centro de nuestra vida, para darle el lugar que se merece, y dejarle ser el Dios que se merece en nuestra propia vida… Y verás tu vida ser transformada por él.

 

 

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.