NO ALIMENTACIÓN, SINO… HAMBRE

JESÚS R. CEDILLO

¿De qué presumir en México? De muchas y variadas cosas, sin duda. Una de ellas: hay hombres y mujeres de genio. Varios ases a saber: Octavio Paz, sor Juana Inés de la Cruz, Juan Rulfo, Fernando del Paso, José Emilio Pacheco, Jaime Sabines… todos ellos en la historia de la humanidad y de las letras. A media res, a media tabla de esta lista efímera, porque sin duda acepta varios nombres más, nombré al nacido en Jalisco, el narrador y poeta Juan Rulfo. Figura señera, reconocida y leída en el mundo, no obstante la parquedad de su obra. Apenas dos libros, uno de cuentos y una novela, los cuales siguen abriendo lejanías y son eternos.

Tanto “El llano en llamas” como “Pedro Páramo” son joyas jamás imitadas. Inigualables. Por estos días estoy releyendo los dos libros por un trabajo y letras de ensayo que estoy planeando. Aunque tengo varias ediciones de ambos, una de ellas, la del Fondo de Cultura Económica editada en tapa dura con las dos obras en un mismo libro, es la que tengo harto anotada con lápiz y plumones de diferente color, debido a mis intereses y fijación en aristas y detalles de lectura en su momento.

Ahora, he estado anotando las ediciones publicadas precisamente por la Fundación Juan Rulfo. Con una bella tipografía y una edición bien cuidada, he vuelto a disfrutar  normidades las letras del inconmensurable Juan Rulfo. Y así rueda rodando, he venido poniendo un ángulo corto con la letra “G” de gastronomía, donde el maestro Rulfo hace referencias en sus textos a bebidas, alimentos, comidas… o la ausencia de ellas.

Es decir: no los alimentos, sino la parquedad o, de plano, la ausencia de ellos, aquello llamado hambre es lo que define a sus personajes enlutados, entregados a una resequedad apocalíptica donde la aridez del llano, la soledad y penuria de los pueblos y la aridez del desierto y semi-desierto forman parte fundamental de sus anhelos, frustración y son parte de su linfa y tendones.

Algunos ejemplos al azar, todos estos tomados de los cuentos de “El llano en llamas”: “Pero tómese su cerveza. Veo que no le ha dado ni siquiera una probadita. Tómesela. O tal vez no le guste así de tibia como está. Y es que aquí no hay de otra. Yo sé que así sabe mal; agarra un sabor como a meados de burro…”

“No, el llano no es cosa que sirva. No hay conejos ni pájaros. No hay nada. A no ser unos cuantos huizaches trespeleques…”

“Lo vi beber agua; pero lo que pasaba era que se había tragado un buen puño de ajolotes, porque el charco donde se puso a sorber era bajito y estaba plagado de ajolotes. Debía de tener hambre”.

“Yo no soy más que borreguero y de ahí en más no sé nada. ¡Con decirle que se comía mis mismas tortillas y las embarraba en mi mismo plato!”

Como siempre, el espacio es corto. Próxima semana un texto más sobre Juan Rulfo y la alimentación. Mejor: la casi ausencia de ella en sus textos. Sus bien medidos y perfectos textos.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.