LA REALIDAD Y LA REALIDAD I

GABRIELA VARGAS

Cuánto me impresionó ver, escuchar y leer a la doc­tora Jill Bolte Taylor, neurocientífica de la Univer­sidad de Harvard, quien, después de un infarto cerebral, afirma que en realidad todos –incluidas las personas, otros seres vivos y las cosas– somos un cúmulo de moléculas que flota unido en el aire sin separación alguna entre sí. “Es nuestro lado izquierdo del cerebro, el racional, el que divide, le da forma, limita, nombra y archiva en solo tres di­mensiones, que son las que puede percibir: ancho, largo y profundidad, para nombrar silla, mesa, alto, persona, de acuerdo con lo que los cinco sentidos le informan”.

Al haber perdido las facultades del hemisferio cerebral izquierdo debido al accidente vascular, y durante los ocho años que duró su recuperación, vivió lo que en su decir fue “el nirvana”. Percibir la vida con solo el lado derecho del cerebro, que no juzga, no impone límites, es todo amor, unión y puede experimentar otras dimensiones, más allá de lo que los sentidos perciben. “No se te olvide quién te habla, una científica de Harvard, quien siempre dudó y negó esto que ahora expongo –comenta en su conferencia, mientras el auditorio escucha sin pestañear–. El nirvana si existe.”

Si bien nuestros sentidos repor­tan un cuerpo sólido en el tiempo y el espacio, esa percepción de la reali­dad es solo superficial. Cada vez más, mediante estudios y la apertura de la conciencia, se comprueba que la realidad va más allá de lo que pode­mos tocar, ver, escuchar, sentir, oler o saborear. Así hemos descubierto que la Tierra gira a una velocidad de 1,496.69 km. por hora y que lo hace alrededor del Sol a una velocidad de 106,998.84 km. por hora sin que nuestro vaso de agua se mueva un milímetro.

De poder ver la realidad veríamos que 98 por ciento de los átomos en nuestro cuerpo son diferen­tes a los de hace un año, gracias a una inteligencia invisible que existe en cada célula y que subyace al mundo material.

Einstein decía que el cuerpo físico, como todos los objetos materiales, es una ilusión y tratar de manipularlo es como asir la sombra y perder la substancia. Es decir, la realidad –que no vemos– es el mundo real. Y como dice Deepak Chopra en su li­bro Ageless Body, Timeless Mind: “Nada tiene más poder sobre nuestro cuerpo que la mente”, cuando estamos dispuestos a explorar nuestro cuerpo en otros niveles que los observables es cuando tene­mos acceso a un inmenso poder.

Bajo esa perspectiva, la salud, el envejecimiento y el deterioro pueden ser tan maleables como lo es nuestra visión de la vida. Cientos de estudios en las últimas décadas lo comprueban. Tanto el estilo de vida importa –la realidad–, como la actitud hacia la vida –la realidad.

Cada uno de nuestros pensamientos, creencias o sentimientos tiene un efecto directo o indirecto en las células que reciben los mensajes, como el aparato televisor recibe la señal de una televisora. Si este deja de recibir la señal o la recibe mal, por lo general no es por la televisora, sino por el receptor. Es así que una persona deprimida puede crear un caos en su sistema inmunológico, mientras que una persona enamorada lo fortalecerá.

Las dos realidades, la que vemos y la que no vemos, nos afectan. No hay una línea clara entre lo biológico y lo psicológico. Mente y cuerpo están unidos y no los podemos separar. ¿Padeces algo en la realidad visible? Mira lo que hay tanto en lo visible como en lo no visible que podría ser la causa. La buena noticia es que se puede cambiar.

Continuaremos…

Gabriela Vargas

Empresaria, conferencista a nivel nacional e internacional, primera asesora de imagen de México, comunicadora en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos.