LA DIVERSIDAD PARA EL DESARROLLO HUMANO A TRAVÉS DE LOS JÓVENES

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Regina Galván Rumayor

Más allá de nuestras costumbres e ideales, existe todo un mundo de opiniones y perspectivas que son tan diferentes a lo que nosotros mismos hemos vivido. La diversidad que envuelve a la sociedad tiene el poder de comunicar la singularidad de la raza humana, y esto es algo que debemos de promover y preservar.

El verano del 2019, tuve la oportunidad de formar parte del programa Yale Young Global Scholars, organizado por Yale University y su departamento de liderazgo. El programa, con duración de dos semanas, consiste en traer alumnos de todo tipo de culturas y países al campus de la universidad. Más allá del prestigio, se refleja la inclusión y la aceptación de todas las perspectivas y culturas habidas y por haber. Se crea un ambiente de comunicación y educación, en el que adolescentes en sus últimos dos años de preparatoria, comparten el conocimiento que se les ha sido impartido en su rincón del mundo.

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Antes de participar en el programa, no había formado parte de experiencias internacionales, así que no tenía idea de lo imponente que es reunir a tantos antecedentes distintos en un solo lugar. La cantidad de culturas que se representaban te hacía sentir parte de la cultura global que hoy debemos de apoyar. Los foros de discusión, abrían un tipo de intercambio que traía a la mesa historias tan únicas y diferentes a las de uno propio, y así mismo, proporcionaban la diversidad que es sumamente necesaria para afrontar los problemas que hoy en día nos preocupan. Lo que más disfrutaba, era discutir los temas que nos habían expuesto con mis amigos de Korea, New Delhi, California, Zimbabwe y Colombia, y ver cómo cada uno tenía algo distinto que aportar por cómo había sido educado en su país de origen. En una de nuestras sesiones, de no ser por mi amiga de New Delhi, nunca hubiéramos entendido que los países deben de encontrar una manera balanceada de reducir sus emisiones de CO2 dependiendo del desarrollo que han tenido en los últimos 100 años, ya que en lugares como India, la mayoría de su población depende económica y socialmente de combustibles fósiles. Aunque esta discusión haya sido llevada a cabo de manera informal, me demuestra cómo es sumamente importante involucrar a todas las perspectivas de un problema en su resolución, porque esa es la única manera de realmente encontrar una solución apta para todos.

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Formar parte de este programa no solo me hizo querer involucrarme con más actividades de este tipo, sino que me hizo entender que esta diversidad se puede vivir de muchas otras maneras. Desde aceptar nuevas perspectivas en tu propia ciudad y grupos de trabajo para formar un ambiente de opiniones variadas, hasta bienvenir nuevas ideas en la mesa de la comida familiar. Nuestro futuro depende de crear culturas aceptantes que podrán hacer mucho más que una que decida cerrarse a un solo punto de vista. Hoy, invito a los jóvenes de nuestro país a adoptar una mentalidad abierta e inclusiva que permita el desarrollo humano a su máximo potencial, así mismo, los invito a involucrarse con programas como YYGS y a expandir su espectro de conocimiento mucho más allá de lo que ya conocen.

Carolina García

Nació en Saltillo, Coahuila en 1995. Ama la lectura y narrar historias. Es licenciada en comunicación por la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Participó en las antologías de cuento: “Imaginaria” (2015), “Los nombres del mundo: Nuevos narradores saltillenses” (2016) y “Mínima: Antología de microficción” (2018).