El hecho es que, para sentirnos nutridos física, mental y emocionalmente, necesitamos alimentarnos con todos los grupos de alimentos y de amigos. La cantidad no es tan importante como la calidad y la variedad.
Antes de la pandemia no valorábamos lo que el intercambio social significaba en términos de bienestar. Toneladas de estudios en los últimos 15 años comprueban que “el mejor indicador de tu bienestar y salud psicológica –aún del riesgo de morir– es la cantidad y calidad de amigos que tienes”, comenta Robin Dunbar, profesor en psicología evolutiva de la Universidad de Oxford, en una entrevista para el diario The Guardian. Y sugiere que una variedad saludable de amigos es clave para la salud del cuerpo y la mente.
Hall agrega que también el tiempo que pasamos a solas con nosotros es parte de esa microbiota social sana; siempre y cuando no nos sintamos en soledad, sino nutridos con una o varias conversaciones profundas ocasionales y tengamos un intercambio suficiente de charlas ligeras que nos sostengan, como la de preguntarle a un colega cómo estuvo su fin de semana o hablar del tráfico con el mesero, ya que es una manera de hacerle saber a los demás que apreciamos compartir el espacio con ellos. Estos pequeños intercambios, nos dice Hall, son más nutritivos y benéficos de lo que imaginamos.
Lo paradójico es que ahora que el mundo empieza a abrirse, muchos sentimos resistencia a los encuentros sociales, de la misma forma en que la experimentan los presos una vez libres. El ser humano se acostumbra a todo, solo ten en mente la necesidad de una dieta a tu medida y, cuando se pueda, amplía tu microbiota social. Verás que regresarás de tus encuentros también rejuvenecido.