JESSICA COUNCIL: DE LA MUERTE A LA VIDA

PADRE JUAN ANTONIO RUIZ

Jessica Council sintió las primeras molestias en la garganta en agosto del año pasado. Fue a ver al médico. Tras revisar dos veces a su paciente, declaró que no había por qué alarmarse. Pero el 22 de noviembre tuvo que ingresar al hospital por insuficiencia respiratoria. Al día siguiente, los médicos le dieron dos noticias: tenía cáncer y estaba esperando un hijo.

Mientras su esposo Clint experimentó «todas las emociones que puedas imaginarte… excepto gozo», la reacción de Jessica fue «una mezcla de miedo y sorpresa», pensando que la amenaza recaía también en el bebé que estaba esperando.

El 25 de noviembre el hospital ofreció a la pareja la posibilidad de abortar, pero «nunca fue una opción. Eso es como el blanco y el negro». Pero, ¿y los tratamientos para el cáncer? Jessica se giró hacia Clint y se negó en rotundo a aceptar la quimioterapia.

Los días pasaban y en el tercer trimestre los doctores volvieron a la carga: el niño está ya casi desarrollado, se podría hacer una quimioterapia… Jessica no lo dudó: la vida del niño era más importante. «Ella sabía que de todas maneras iba a morir –dice Clint–. No me lo confió sino hasta casi el día de su muerte… pero creo que ella lo sabía y que por eso debía darle al bebé todas las posibilidades que ella pudiese». Y aunque probaron otro tipo de métodos menos ofensivos, el cáncer no cejó en su avance.

La noche del 5 de febrero, Jessica se fue a dormir con un fuerte dolor de cabeza y náuseas… y ya no se levantó. Al día siguiente, el hospital dio su veredicto: muerte cerebral. Y entonces sucedió un pequeño milagro. Los doctores pensaban que Jessica estaba embarazada de 25 semanas, pero tras su muerte comprobaron que el embarazo sólo contaba con veintitrés semanas y media, fecha límite para sacar al bebé y ponerlo en una incubadora. ¿Coincidencia? «Yo sólo puedo agradecer a Dios por eso, pues Jessica murió justo cuando el bebé pudo vivir fuera de su vientre», dice un emocionado Clint.

Y hablando de Clint, ¿cómo vivió él todo este momento? «Algunas veces es más fácil ser generoso cuando te suceden a ti las cosas, pero es muy difícil serlo cuando pierdes a quien tú más amas […] Y siendo muy sincero, debo decir que durante el primer mes tras la muerte de mi esposa no podía abrir mi Biblia o rezar». No le fue fácil.

Ahora ha superado ya ese paso… pero aún debe llorar más a su mujer. Y, sin embargo, se empieza a ver luz en el camino: «Amigos míos, Dios debe ser alabado. No duden de Dios; no se enojen con Él por mí. He sido un privilegiado por haber tenido una esposa tan llena de amor al Padre. Alégrense conmigo. Dios ha bendecido a Jessica para llevársela a un lugar de perfecta paz y sin dolor. Debo ser agradecido por el tiempo que estuve con ella más que demostrar ingratitud por las cosas que nunca hicimos juntos».

No sé a ustedes, pero, para mí, el domingo de Resurrección de este año se me presenta de un color distinto. Jessica Council -y como ella, tantos que nos han dejado durante esta pandemia de COVID-19- me ha demostrado cómo de su muerte ha brotado la vida en todo su esplendor. No, ella no ha muerto. Vive en los ojos cálidos de su hijo recién nacido; vive en la esperanza inquebrantable de su marido; y, sobre todo, vive junto con su Señor Resucitado, en la Eternidad.

Juan Antonio Ruiz

Sacerdote Legionario de Cristo dedicado a la formación y orientación de la juventud saltillense, maestro en el Instituto Alpes-Cumbres en Saltillo.