INSECTOS COMESTIBLES

Ha llegado con toda su potencia la primavera y el verano. Dichas estaciones del año ya son una sola. Las fronteras se han abolido y solo quedan dos estaciones básicamente: el calor demencial y una especie de fresco, ya no frío, como bien usted lo ha sentido en este norte nuestro que cada vez más se parece más al sur del país. Y con la llegada de los calores primaverales y veraniegos, hacen su aparición en las mesas y platos de no pocos restaurantes urbanos en la región los insectos comestibles. 

De entrada y como “botana”, ya pueden disfrutar en la ciudad de un plato de insectos llamado “chimiquiles”. Aunque en otros lugares del país usted los puede pedir como “jumiles”. Llegan calientes, ricos, tostados, en un platón rebosante de ellos y al lado de un canasto con tortillas de maíz recién hechas, para prepararse unos mexicanísimos tacos de insectos. Usted agregue a su taco salsa, un poco de sal de mar, limón a discreción y ¡para dentro! Un lujo para el paladar.

Desde la época prehispánica, en México se consumen insectos como alimento en ocasiones cotidianas en las zonas rurales y estos han pasado a ser un platillo refinado y caro en las mesas de restaurantes gourmets. Al consultar el espléndido “Diccionario enciclopédico de gastronomía mexicana”, aquí se comenta la diversidad de insectos comestibles: gusanos como el pexjol, cupiche, elotero, gusano de nopal, de maguey; amén claro de los muy conocidos, como chapulines, escamoles, jumiles, padrecitos, tenanas, ticocos y zatz.

En mi estado adoptivo de Chiapas, sin duda uno de los lugares más bellos no solo de México sino del mundo entero, cuando voy a casa de mi hermano José Guerrero Esponda, este siempre me hace recorridos de tipo gastronómico, sin faltar, claro, la buena charla con alcohol y la visita como peregrinaje obligado a varios lugares icónicos del estado. Aquí probé zatz, las cuales son hormigas fritas, doradas, como si usted estuviese comiendo como botana los socorridos cacahuates salados en cualquier cantina norteña. 

Y es que Chiapas lo ofrece todo en materia gastronómica. Aquí probé un manjar de entre decenas: el caldo “levantabolos”. En traducción directa al cristiano es lo siguiente: un cocido de res (“puchero” le dicen en varios lugares aquí en el norte) debidamente aderezado con hartas verduras y picante, el cual vuelve a la vida a los que andamos “bolos”, es decir, briagos, borrachos de un día anterior.

Hace algunos años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que comer carne de hamburguesa o alimentos procesados provoca cáncer. Alternativa: consumir insectos puede ser una buena opción de alimentación si usted quiere vivir como 128 años sobre la tierra. 

Yo, como no tengo pretensiones y soy a la antigüita de morir cuando Dios quiera, no pienso privarme de las descomunales hamburguesas, las cuales fueron diseñadas para “pecar” y por siempre. Dos de las mejores hamburguesas de la ciudad se preparan en “Don Artemio” y “Bistro République”. No las pierda en sus andanzas y en su paladar.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.