Los mexicanos son los que más buscan (y encuentran el amor) a través de aplicaciones en América Latina, sólo después de Brasil
Encontrar el amor a través de aplicaciones, como otras cosas en la vida, también es cuestión de estrategia.
n el caso de Tinder, el mejor día para ligar es en domingo. Además, la mayoría de los usuarios que obtienen match -es decir, que son elegidos por alguien- colocaron en su imagen de perfil una fotografía con su mascota.
Las aplicaciones de telefonía móvil para buscar citas, como Tinder o Happn, han revolucionado los esquemas clásicos de las relaciones amorosas.
Tinder -la aplicación con 110 millones de descargas en todo el mundo- consiste en mostrar la imagen de un hombre o mujer, su edad y la información que ha compartido en redes sociales. El contacto comienza sólo cuando ambas partes aprueban el perfil del otro.
Para Karla, una periodista en la Ciudad de México, Tinder significó encontrar el amor.
“Jonathan me citó en un lugar público. Me gusta la relación que tenemos, hablamos de las cosas que nos molestan y lo arreglamos; además nuestros amigos no son personas que tengamos en común y eso está chido porque nadie se mete en tu relación. Nadie nos cree que nos conocimos en Tinder, mi familia piensa que nos conocimos en un concierto y es mejor que se queden con esa idea”, dijo la joven de 25 años a Animal Político.
La firma de consultoría The Competitive Intelligence Unit (CIU) indicó -citando cifras de 2016- que en México el 83% de los usuarios de internet contaba con una aplicación móvil para conocer gente, mientras que el 22% se había enamorado de alguien a través de internet.
De hecho, los mexicanos son la segunda nacionalidad de Latinoamérica que más busca el amor a través de aplicaciones; sólo después de los brasileños.
Las aplicaciones de citas… ¿y el feminismo?
Para Emilie, ahora que “ser soltera a los 30 años ha dejado de considerarse como una anomalía dramática”, las aplicaciones para los celulares “se han convertido en una etapa obligatoria para muchos solteros”.
“Las aplicaciones me han ayudado mucho a desdramatizar las relaciones sexuales”, sonríe esta joven francesa, inscrita en Happn, Tinder y AdopteUnMec (adopta a un hombre).
“Es la democracia del ‘date’” (cita), explica Julie, una arquitecta parisina treintañera que, gracias a las nuevas tecnologías dice que “perdió el complejo de buscarse a un hombre” en 2013, cuando se quedó sola con una hija de 18 meses.
Además, existe la posibilidad de estar “disponible todo el tiempo”, según Julie. Se liga en el trabajo, en los transportes o por la noche delante de la televisión, siempre con el teléfono a mano.
Cuatro años después de su lanzamiento, Tinder, que reivindica 110 millones de descargas en el mundo pero no revela el número de usuarios por país, ha democratizado el “match” (conseguir una cita entre dos perfiles).
Para utilizar estas aplicaciones, ya no es necesario rellenar formularios interminables y muchas de ellas, gratuitas, se respaldan en Facebook. Además las fotos se van sucediendo y existe la famosa técnica “swipe” (deslizar el dedo por la pantalla para aceptar o rechazar un perfil).
“Todo está hecho para normalizar el mariposeo y favorecer un comportamiento consumista: usar a la gente como un pañuelo de papel. Puede ser violento”, advierte por su parte Stéphane Rose, autor de “misère-sexuelle.com, le livre noir des sites de rencontres” (miseria-sexual.com, el libro negro de los sitios de citas).
Aunque estas nuevas tecnologías suelen ser criticadas por dar paso a “citas de una noche”, sus usuarios no buscan forzosamente un encuentro breve: “No soy mucho del ‘one-night stand’” (cita de una noche), pero como en la vida real, se necesita un golpe de suerte para enamorarse”, afirma Julie.