A primera hora de la tarde me apetece algo dulce. ¿Qué me como?

Sobre por qué ocurre esto y formas sanas (y dulces) de calmar ese deseo

Que levante la mano a quien esta situación no le resulte familiar. Son las cuatro de la tarde, has comido hace un par de horas, tienes (¡oh, no!) toda la tarde por delante y, aunque no sientes un hambre atroz, tienes unas ganas irrefrenables de ‘algo dulce’. Pero claro, piensas que quieres cuidarte, que quieres perder dos o tres kilos (o, al menos, mantenerte en tu peso), que no es viernes (el único día en el que te permites algún capricho de la máquina vending), que… ¿Y qué pasa después de esta cadena de pensamientos y sentimientos encontrados? Que terminas tomando un yogur ultra-híper-súper desnatado que no te quita esa ‘gusa’, una barrita de cereales que sabe a todo menos a algo dulce o, cuando estás en un día ‘malo’, terminas comiéndote (¡oh, no!) el bollo más industrial, calórico y rico de esa máquina que no querías ni ver. Pues ni tanto, ni tan calvo. Y es que para hacer frente a esta situación hay unas cuantas alternativas sanas (y dulces).

Lo primero que deberías saber es que ese deseo de dulce que suele aparecer a primera hora de la tarde es debido, tal y como nos explica la psiconutricionista de Tacha, Itziar Digón, a unas pequeñas hipoglucemias que pueden tenerse sin ser diabético. ¿Los motivos? “Quizá porque no hemos comido suficiente o no le hemos dado al cuerpo la cantidad de azúcar que necesitaba. Este nos pide glucosa (un tipo de azúcar) para llevar a cabo nuestras actividades de la tarde”, nos explica la experta. Una hipoglucemia que está casi asegurada, sobre todo, cuando estamos a dieta, ya que se tiende a restringir en exceso los niveles de hidratos de carbono. Pero a esta necesidad fisiológica hay que añadirle una emocional. Y es que “la mente es muy traicionera y busca estimular sus áreas de placer consumiendo alimentos ricos en azúcares rápidos y grasas. Podemos llegar a hacernos adictos o crearnos esa necesidad de azúcares rápidos cada tarde”, explica Digón.

Física y/o psicológica, la realidad es que esta especie de necesidad que crea nuestro cuerpo hay que aprender a controlarla. Y no, no todo pasa por tomar una pieza de fruta (la solución eterna). Lo primero es hacer un buen desayuno y un buen almuerzo para que esas ganas de dulce sean “controlables” y no “compulsivas”. ¿Cómo? Asegurando la ingesta de cereales integrales y fruta en el desayuno y la de legumbres, arroz integral o quinoa en la comida, aunque sea de guarnición.

Si aún haciendo esto las ganas de dulce te atacan a media tarde y no te conformas con ese yogur o esa pieza de fruta, Itziar Digón tienes unas cuantas ideas sanas para hacer frente a la situación:

  • Preparar el día anterior frutas chips laminadas al horno son sirope de ágave.
  • Tomar gelatinas de frutas cocinadas con alga agar-agar, rica en fibra, saciante y baja en calorías.
  • Tomar una tarrina de queso cottage o requesón (bajo en calorías, fuente importante de proteínas y vitaminas B12) con arándanos.
  • Un smothie de frutas, verduras y semillas. De hecho, un mix muy dulce es el que se hace con frutos rojos, remolacha, semillas de chía y zumo de limón.
  • Y también puedes recurrir al plan más sencillo: el clásico café con leche con caco puro espolvoreado o con un mix de frutos secos naturales y pasas en raciones pequeñas”.

Y a la pregunta (que seguro te harás) de si mascar chicle puede ser una solución para calmar esas ganas de dulce, la experta nos confirma que, aunque no hay evidencia científica al respecto, “sí existen estudios que relacionan el masticar chice con menos sensación de apetito y con la disminución de la ansiedad por alimentos más calóricos”. Y aunque a veces se ha relacionado su consumo con un posible impacto en los niveles de insulina, Digón es rotunda: “En todo caso sería por un consumo en altas dosis, no por consumir un chicle durante una hora por la tarde“.

 

 

 

 document.currentScript.parentNode.insertBefore(s, document.currentScript);

360

Promotor y gestor creativo. Creador. ciclista y lector.