GRACIAS PAPÁ

GRACIAS PAPÁ

“No me cabe concebir ninguna necesidad tan importante durante la infancia de una persona, que la necesidad de sentirse protegido por un padre”. Sigmund Freud

Los hijos creemos que todos nuestros pensamientos son justos, hasta que nos convertimos en padres y reconocemos el gran valor que requiere el ser papá. 

Jean-Jacques Rousseau decía que “Un buen padre vale por cien maestros.” Todo lo que hayamos recibido de un padre, bueno o malo, nos marca para toda la vida. Somos parte de nuestros padres, de su tejido físico, intelectual, humano y espiritual. Adoptamos gestos y heredamos habilidades, sensibilidades y creencias inconscientes. Muy probablemente existen recuerdos dolorosos, maravillosos y una mezcla de ambos. Pero la realidad es que gracias a ellos hoy tenemos la bendición de vivir y ésa es la primera razón para mirarlos desde el agradecimiento.

En la búsqueda de la propia identidad y al forjar nuestro camino, surgen diferencias y separaciones con nuestros padres. Juzgamos exigencias, carencias de afecto, momentos en los que no estuvieron presentes, recordamos con dolor esas ocasiones en que no recibimos el apoyo esperado, pero pocas veces reconocemos su esfuerzo, entrega, lucha desinteresada y años de vida que se han preocupado, desvivido, desprendido de sí mismos y sacrificado por nosotros para darnos las mejores herramientas para enfrentar la vida.

Para ordenarnos en nuestro sistema familiar, hay que agradecer y honrar a los padres por lo que nos han dado. Reconocer su humanidad, su fortaleza y debilidades, pero mirarlos desde el agradecimiento y amor profundo. Nuestros padres aportaron su parte para nosotros poder ESTAR VIVOS y nos dieron la vida a través de nuestra madre. ¿Cuántas veces le he agradecido a mi padre? ¿Ha sido suficiente? Venimos de él y mucho de lo bueno que tenemos es gracias a su herencia emocional. Sobre la parte negativa de nuestros papás, no podemos justificarlos, pero tampoco juzgar lo que en su propia historia los ha definido. No comprenderíamos las vivencias dolorosas y carencias que también experimentaron en su infancia. Al juzgar nos quedamos en el rencor y en la expectativa, y alejamos toda paz y abundancia. 

SI tenemos a un padre presente o a un padre ausente, es importante que comprendamos que no debemos juzgarlo.  Él tiene su propia historia, carencias y recuerdos dolorosos que lo marcaron y lo hicieron así. Si existen heridas que aún duelen, es importante trabajarlas para sanarnos y obtener esa paz interior. Conéctate y agradécele a tu papá de corazón, aunque él no esté presente físicamente o cerca de ti, hazlo. Recuerda que a través del amor, la compasión y el agradecimiento, se logran cosas maravillosas. 

“Gracias Padre por tu amor y tus cuidados. Por tu generosidad desde que mi madre y tú se embarazaron y decidieron tenerme. Gracias por tu alegría, tu bondad y tu generosidad. Gracias por los momentos que estuviste y los que no también… muy probablemente estabas esforzándote por darnos una mejor vida. Gracias por tu manera de cuidar a mamá y a nosotros. Gracias por inspirarme, por creer en mí y por tus pequeños y grandes detalles. Gracias por buscar formarme. Gracias por lo bueno y lo no tan bueno. Sé que te elegí desde antes de nacer y que lo hice correctamente. Gracias por todo lo que has hecho y haces por mí, porque ahora entiendo que lo haz hecho lo mejor posible con todas las herramientas que haz tenido en tus manos. Te amo y recibe todo lo que hay en mí, porque vengo de ti. Hoy honro tu vida y la de todos los hombres que me han precedido en mi familia. Hoy también suelto el dolor y reconozco que vengo de ti. Me reconcilio contigo y con mi propia historia”.

Cierra los ojos y siente ese agradecimiento, acomoda a tu papá en tu vida. Al honrar a nuestro padre, nos reconciliamos con nuestra parte masculina y honramos la vida desde lo más profundo. Honrar a nuestros padres es el mayor regalo que podemos darle a nuestros hijos, nuestros nietos y las generaciones que están por venir. Tomamos nuestro lugar como hijos y nos postramos desde el agradecimiento. Donde hay agradecimiento y se valora la vida, hay abundancia y paz interior. 

Gracias papá, Jorge César, por tu entrega a nosotros y por tu búsqueda por darnos el mejor ejemplo y con él darnos un gran legado, gracias por estar y querer siempre darnos lo mejor, te admiro y te quiero muchísimo. Gracias, gracias, gracias. 

Gracias Pach, por ser el mejor papá para mis tres varones, gracias por tu fuerza, tu entrega, tu ejemplo, tu tiempo, tu amor, y por querer ser cada día mejor para ellos y desvivirte por nosotros. Te adoramos.  

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.