“La epigenética ya está en el orden del día y hay factores que pueden afectar de manera importante en la expresión génica, desde la dieta, estados psicológicos, la estación, tóxicos, drogas o ejercicio”, explica Andreu Palou, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de las Islas Baleares.
La sesión científica “Ciencias ómicas y biotecnología alimentaria, ¿hasta dónde podemos llegar?”, celebrada en la RANM, ha profundizado en las nuevas aplicaciones de la genómica en la nutrición, atendiendo especialmente a la creación de nuevos alimentos y a la medicina de precisión, cuyo objetivo es tener en cuenta las características del individuo para prevenir y tratar enfermedades.
Dos de las ponencias han recordado que el expresidente estadounidense Barack Obama presentó en el año 2015 un proyecto de medicina de precisión de la que pretende obtener una gran cantidad de información con tecnologías ómicas, si bien está enfocado principalmente en el cáncer.
Todo esto ha sido posible gracias al Proyecto Genoma Humano, que logró identificar y cartografiar por primera vez el genoma humano, y cuyo mapa provisional fue portada de las publicaciones de Nature y Science en el año 2001.
Biotecnología y alimentación
Los descubrimientos en torno a la genómica y la biología de sistemas han cambiado la forma de desarrollar alimentos.
“La biotecnología es el uso de organismos vivos con fines industriales y puede ir desde algo tan sencillo como producir un yogur a partir de leche y dos fermentos, a la fabricación de la hormona de crecimiento humana a partir de vacas transgénicas”, explica Daniel Ramón, director científico de Biopolis S.L.
“La secuenciación del genoma vegetal y animal puede tener usos muy importantes en la nutrigenómica para modificar y producir alimentos a la carta genética”, subraya.
En cuanto a los transgénicos (alimentos modificados genéticamente), Ramón señala que “actualmente cultivan plantas transgénicas más de 18 millones de agricultores y mediante su uso se ha reducido el uso de pesticidas en un 37%”.
El maíz Bt, por ejemplo, es un tipo de maíz transgénico que produce una proteína que le permite resistir a la plaga del insecto taladro.
El fenómeno de los transgénicos también tiene sus detractores, uno de los más sonados es la ONG de carácter ambiental Greenpeace, que defiende una “agricultura ecológica” y advierte del “riesgo de la pérdida de biodiversidad”, entre otros impactos.
Sobre este debate, Ramón sostiene que “no hay datos que nos digan que los transgénicos sean mejores, ni peores para la salud”.
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