FRUTOS Y POESÍA DE VERANO

Edición príncipe. La primera. Año de 1964, Editorial Losada de Argentina. Libro intenso, ligeramente maltratado en la portada. Título: “Nuevas odas elementales”. Sí, del gran Nobel de Literatura: Pablo Neruda. Periódicamente, el abogado Gerardo Blanco Guerra (uno de los puntales de la nueva manera de hacer y practicar la política en el Estado) me invita gentilmente a departir, tener grata tertulia y un brindis en su residencia. Imagino que la última ocasión lo hizo con plan con maña. Le salió bien la jugada. Llegué a su casa y me dijo: “Si gusta otear y mirar en mi biblioteca, maestro, mientras deje voy a la cocina por una botella de tinto y una tabla de quesos, jamón ibérico, aceitunas, pan de ajo y fruta variada. No tardo”. Lo dijo así, como un silbido lejano, como un eco de voz en las montañas. Pues sí, me fui a curiosear en su bien dotada biblioteca y rápido, rápido saltó la liebre de oro: es el anterior libro arriba deletreado, una maravilla, un tesoro bibliográfico. El ingrato de Gerardo Blanco, ¿dónde diablos consigue estos tesoros y cómo se hace de ellos; cuánto le cuestan? Puf.

No pocas veces usted y yo, lector, hemos estado analizando en este género espacio a diversos autores de talla internacional bajo un palio: la arista gastronómica. Y sí, no hay nada más poético y eterno que el deletrear frutas y bebidas, comida y olores, y humores y colores los cuales no pocas veces emparentamos y comparamos con la mujer amada. El eterno chileno, y uno de los autores preferidos de Blanco Guerra, el sibarita y trotamundos de Pablo Neruda es uno de los grandes, grandes autores, de los cuales su obra acepta múltiples lecturas e interpretaciones.

Es una obra clásica, la cual jamás envejece y sí otorga nuevas respuestas a preguntas eternas. Mientras tenía la tertulia con el abogado, le pedí permiso para transcribir algunos versos, odas, de Neruda en una de mis libretas. En un fragmento de “Oda a la belleza desnuda”, el poeta no duda en comparar la desnudez de su musa con piedras preciosas, sin faltar la comparación y simiente con espigas, germen y pan vivo de la naturaleza: la comida principal del hombre anclada en la tierra. Lea usted: Tu cuerpo, en qué materia, ágata, cuarzo, trigo, se plasmó, fue subiendo como el pan se levanta de la temperatura…

En “Oda a la papa”, de plano nos aclara el equívoco: “Papa, / te llamas, / papa/ y no patata, / no naciste con barba / no eres castellana / eres oscura / como / nuestra piel…” ¡Ah!, con este sabio y gran poeta. Tiene razón, harta razón: la papa, por mucho tiempo en Europa despreciada y la cual solo era alimento de animales, es un fruto de la tierra nativa de América y hoy, rica y apreciada en el mundo. La papa es “oscura como nuestra piel”. Y si usted me ha leído con frecuencia, abomino del ingrato calor cuando este pasa cantando y me deseca lentamente. Escribió Jorge Luis Borges (ese divino ciego): el león es “la fiera del color del sol”. Y si el sol tiene garras y colmillos y es una fiera, nos va a morder y degollar tarde o temprano. Sin duda. Por eso Neruda tiene también su “Oda al sol”. Un rápido fragmento: “Oh, sol, / cristal paterno, /… / siempre hirviendo de fuego….” Caray.

¿A qué club secreto de bibliómanos enfermos pertenece Gerardo Blanco para conseguir semejantes joyas bibliográficas?

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.