FRUTOS, SABORES Y OLORES… EN LA ALCOBA

La siguiente lista a vuela pluma ¿a qué lo remite? Engarce usted las siguientes perlas, como si fuesen las piedras preciosas lo son para deletrear y rezar las cuentas de un rosario. No palabras, sino frutos. No solo palabras, sino el mismo linaje y origen de la historia universal, nuestra historia. Lea usted: rosa, lirio, viña, parra, vid, seños, flores del
valle, labios húmedos y abiertos, vino, mandrágora, ciprés, nardos, higos, mirra, azucenas, granadas… ¿Qué haría usted con semejantes términos candentes?

Sí, forman parte, son zafiros y rubíes de un poema, uno de los más bellos jamás escritos en cualquier lengua, es “El Cantar de los Cantares”. ¿Autoría? Caray, cómo y a quién atribuir la perfección. Usted lo sabe, “El Cantar de los Cantares” ha inspirado algunos de los mejores poemas de toda la historia. Ha sido el pie de fundación de la obra de san Juan de la Cruz, fray Luis de León, Francisco de Quevedo, Juan Boscán, Garcilaso de la Vega, Petrarca, y sí, “El Cantar de los Cantares” es tal vez el mayor y mejor poema sensual y erótico de todos los tiempos.

Usted tiene en su alcoba a su amado, a su amada; ¿Cómo le habla usted en la intimidad, cómo la enamora, a qué la compara; cómo deletrear la belleza de su amado o de su amada? “El Cantar de los Cantares” tiene casi tres mil años de existir y es insuperable. Forma parte de ese libro de libros llamado Biblia. Tres mil años y su lozanía y belleza es justa. Como ayer, como lo va a ser mañana. Belleza eterna. Pero vamos al punto ya.

Lo que usted va a leer es una “aproximación” (no traducción) que hizo de tan magnífico poema el erudito mexicano José Emilio Pacheco. El Premio Cervantes nos ha dejado su propia versión, no en verso, sino en prosa. Poemas en prosa. La ficha completa del libro es la siguiente: “El Cantar de los Cantares: una aproximación de José Emilio Pacheco”, Editorial Era y El Colegio Nacional, 2018. Y ahora sí, lea usted y paladee los frutos, sabores y olores; el romance eterno entre el amado (Salomón) con la amada (Sunamita. O Sulamita, en otras traducciones). Amado y amada los cuales, y juntos, se transforman y mutan en ese juego erótico de la poesía y la pasión. Amado en la amada transformado, dijo san Juan de la Cruz.

“Soy la rosa de Sarón y el lirio de los valles. Soy morena y hermosa”. “Bajé a contemplar las flores del valle, a ver los nogales, las vides en cierne y los grandes floridos. Mi deseo me llevó sin saberlo hasta los carruajes de Aminadab”.

“Mi amado es mío entre las azucenas y yo soy de mi amado”.

“Acércate, amor mío, ven conmigo. Pasó el invierno y las lluvias cesaron. El mundo está cubierto de flores y llega la estación de la música. Por toda nuestra tierra se oye la voz de la tórtola. Las viñas en cierne sueltan su aroma. En la higuera despuntan las yemas”.

“Como un lirio entre las espinas es mi amado entre las mujeres. Quiero sentarme a su sombra y que su fruto me endulce la boca. En mi cuerpo hallará la paz. Muro soy y mis senos como torres”.

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.