Hablar de la historia del rock argentino es hablar de Andrés Calamaro, ya que el icónico tecladista y vocalista de “Los Rodríguez”, festeja 40 años en la escena musical
Solo hay que cantar la frase “La otra noche te esperé bajo la lluvia dos horas, mil horas…” para saber que del otro lado de nuestra entrevista está la misma persona que aprendió a “atravesar el viento, sin documentos” queriendo por igual a alguien aunque “me dejaste las cenizas y te llevaste el cenicero”, dándose cuenta que “Soy el remedio sin receta y tu amor, mi enfermedad”, para llegar a la sabia conclusión: “No se puede vivir del amor”. Esos geniales versos que hoy cantan en todos los países de habla hispana, son los que lograron que una verdadera leyenda del rock como Andrés Calamaro pueda festejar nada menos que 40 años de carrera con la música. Y después de haber ganado el Premio Latin Grammy por la Mejor Canción de Rock ‘La Noche’, pudimos entrevistarlo personalmente, en el hotel MGM Grand de Las Vegas.
– ¿Qué significa un Grammy para Andrés Calamaro?
– Lógicamente, para un artista que recién empieza y está en su primer o segundo disco, recibir un premio de esta categoría es muy importante. Yo ya perdí la cuenta de los discos que grabé y los premios que nunca gané. Pero soy buen perdedor (Risas). De alguna manera todos soñamos despiertos con estar en el Grammy, porque es el destino que forjamos con nuestra propia vida. Pero 40 años atrás jamás me hubiera imaginado en Las Vegas, con un premio dorado. Eso seguro.
– ¿Cuántos Premios Grammy ya ganaste en total?
– Este es el tercero. Ocurre que los Latin Grammy cumplieron la mayoría de edad, con 18 años, pero yo llevo 29 años grabando discos. El Grammy para mí es como un hermano menor.
– ¿Dónde los guardas?
– Los tengo instalados en el lugar más importante de mi casa, donde tengo también los equipos para escuchar música.
– ¿Y los discos de oro y platino?
– … Y… con las mudanzas y con los divorcios. (los discos de oro y platino) fueron quedando en el camino. Tampoco tengo tiempo de colgar los discos de oro en la pared. Debería tener un estudio o un despacho, en una situación menos doméstica. Tengo bastantes discos de oro, pero no quiero agujerear las paredes (Risas)
– ¿Qué tanta importancia le das a los premios?
– Yo sé que existe una corriente de escepticismo con los premios ¿Verdad? Mucha gente piensa que son premios del ‘establishment’ o que se reparten a dedo entre las compañías de discos. Sin embargo, un premio es importante porque me gusta dedicarlo a la gente que trabajó conmigo y siente cierta ilusión también. Hay que darle importancia a los premios que ganamos aunque no sirva más que un adorno al lado del buen equipo de audio que tengo para escuchar música.
– Curiosamente el Premio Grammy tiene la forma del mismo gramófono en que la música se reprodujo por primera vez, mucho antes del CD, los mp3 y ahora los teléfonos celulares ¿Cómo imaginas el futuro de la música?
– Es una muy buena pregunta porque en estos últimos 17 años del siglo XXI hubo cambios a toda velocidad. Al principio estuvo la piratería con discos ilegales que se vendían. Y hoy en día, pensarlo, parece que hubiera pasado un siglo. Después estuvo el download gratuito y ahora que existe Spotify, pensar en eso parece que hubiera pasado una vida entera. La gente antes necesitaba un aparato grande para reproducir la música digital y hoy está en el teléfono. Pero este tipo de teléfono no existe hace demasiados años y sin embargo, parecen que se hubieran instalado eternamente. También me parece muy interesante el auge que hay con el formato tradicional, que antes se llamaba disco y hoy le dicen vinilo. Yo tengo un par de ideas buenas para resucitar el negocio de la música, en otra dirección.
– ¿Qué idea?
– A mí me gustaría que los discos no fueran un artículo de lujo que cuestan entre 25 y 30 dólares. En los años 70 y 80, el precio de los discos en Estados Unidos costaba un poco más de 12 dólares pero permitía el juego de las ofertas cuando los negocios compraban en cantidad y los vendían por menos de 7 dólares. Y hoy, un CD nuevo no baja de 23 dólares, nunca. Inclusive la tendencia es sacar a la venta cofres de lujo, ediciones con más canciones, que cuestan una fortuna para alguien que solo quiere escuchar música. Debería existir también la música fuera del teléfono para recuperar la dignidad y un terreno muy interesante que parece que perdimos. Yo creo que el disco tiene que volver a ser barato. Lo mismo con las entradas a los conciertos. Me gustaría que el disco vuelva a ser popular y económico.
Apenas tenía 17 años cuando Andrés Calamaro fue invitado a grabar por primera vez un álbum con el grupo Raíces, antes de formar después su propio grupo ‘Los Abuelos de la Nada’ con Miguel Abuelo. Ahí fue donde Andrés también compuso los primeros éxitos ‘Mil Horas’, ‘Costumbres Argentinas’ y ‘Sin Gamulán’. Al final de la década del ’80 ya había encontrado su propio camino como solista, mientras adoptaba el título de productor con las grabaciones de otros grupos tan famosos como ‘Los Fabulosos Cadillac’, ‘Los Enanitos Verdes’ y Fabiana Cantilo. La crisis económica argentina del ’89, lo llevó a exportar su música a España donde formó el grupo Los Rodríguez, con un rock en español que terminó contagiando en el resto de Latinoamérica con el disco ‘Sin Documentos’. Ya había vuelto a cantar solo, cuando en el año 2000 incluso grabó nada menos que 103 canciones en el álbum de cinco CDs ‘El Salmón’. Y en la época en que los estudios luchaban contra la piratería de los mp3, él no tuvo ningún problema en subir completamente gratis, en Internet, las canciones que todavía no había grabado diciendo que “La música le pertenece a quienes quieren escucharla, a nadie más”. Y ahora, para celebrar casi medio siglo con la música, piensa festejarlo a dúo. “Cumplí mis 17 años en un estudio de grabación” comenta él “y me voy a regalar un disco de dúos extraordinarios para festejar mi 40 aniversario”.
– ¿Pesan los 40 años de carrera?
– Por supuesto que ya me empiezan a pesar. Antes de cada gira me encuentro cansado, ansioso y siempre prometo que va a ser mi última gira, pero cuando estamos terminando no quiero que se termine nunca y quiero seguir tocando.
– ¿Si te hicieran un homenaje especial donde otros cantantes se reunieran para cantar tú música, a quién te gustaría invitar?
– Buena pregunta. Con el disco de dúos que estoy preparando se me hicieron realidad muchas de estas fantasías y otras que jamás hubiera esperado, pero prefiero mantener el secreto…
– ¿Algunos nombres al menos?
– Hay nombres tan grandes que no los puedo decir porque se me cae el techo encima. Pero piensá en los más grandes cantantes de música latina, las más imponentes personalidades de la canción en España y Latinoamérica. Algunos de ellos van a estar cantando mis canciones en el último disco.
– ¿En qué lugar del mundo más inesperado te sorprendiste que te reconocieran, en los 40 años que le dedicaste a la música?
– Yo estoy muy gratamente sorprendido por el éxito y el espíritu en nuestras giras de Latinoamérica. Con ‘Licencia para Cantar’ pasamos dos años de gira nada más que con piano acústico, contrabajo y percusión, sin coros ni guitarras eléctricas. Y sentirnos locales y tan queridos en Latinoamérica… El amor que tienen por mis canciones en Perú y Colombia es una gran sorpresa, un premio precioso.
Para contar una experiencia propia que describe la personalidad de Andrés Calamaro, unos 25 años atrás, cuando la era de internet recién empezaba, solíamos encontrarnos por la noche en un grupo de chat de argentinos. Él desde España, yo desde Estados Unidos, habíamos descubierto una aplicación de videoconferencia llamada iphone (cuando el teléfono iPhone tampoco existía). Y al tener a mi cuñada también en España, le pedí a Andrés si podía llamarla para explicarle como podía hacer para comunicarse desde Madrid, con mi esposa, en Los Angeles. Al día siguiente, el teléfono de mi cuñada sonaba con un “Hola Carmen, soy Andrés Calamaro”. Ella pensó que era una de mis bromas. Pero no. Él la había llamado personalmente, sin pensar un segundo en la fama, para explicarle detenidamente como podía comunicarse del otro lado del Atlántico, por Internet, tal cual como él.
– ¿Así como tantos fans se sorprenden cuando te conocen personalmente, con qué famoso llegaste a encontrarte y no podías creer que estabas delante de él?
– Me pasó con Bob Dylan en una gira de 1999. Me pasó con Julio Iglesias cuando cenamos juntos, hace un par de años, porque me invitó para su disco Ocasiones Mexicanas. Me pasó también con figuras muy importantes del tango, cuando escribimos con Mariano Mores ‘Jugar con Fuego’ o cuando canté ‘Naranjo en Flor’ con Virgilio Espósito. Y por supuesto el divo Juan Gabriel que me invitó a cantar en su segundo disco de duetos, a su casa, en su estudio.
– ¿En qué quedó aquella amistad que tenías en los viejos tiempos con Sabina?
– Genial. Lo quiero mucho a Sabina. Descubrí las tremendas letras de Sabina hace ya muchos años. Somos amigos. Nos cruzamos en Buenos Aires el sábado antes de venir al Grammy Latino de Las Vegas. Él siempre fue muy generoso conmigo.
– ¿Y habiendo formado parte de la cuna del rock argentino, como lo ves hoy, en el presente?
– El rock en Argentina es tan importante como la religión o el fútbol y eso es mucho decir. Yo sé que hay otros países de Latinoamérica como Brasil y Centroamérica en donde el rock no tuvo tanta relevancia porque tampoco lo necesitaban. Tenían la salsa y su propio universo musical. Nosotros (los argentinos) en la década del 60 tuvimos una especie de fractura en nuestra música tradicional del folklore y el tango, con el rock. Sé que pesa el factor de la nostalgia y además es un poco triste decirlo, pero de las últimas batallas volvieron muchos menos soldados. Yo la verdad, todavía estoy conmovido porque siempre fuimos los mismos chicos tocando.