Él me dijo que desde su decisión de entrar al seminario -a los doce años-, su papá no ha dejado de decirle que está orgulloso de él, que siempre está cercano y que tiene todo su apoyo, incondicional.
Es una prueba de que nunca debemos rendirnos y nos ayuda a creer que tenemos un Dios experto en convertir lo imposible en obrar milagros y realizar milagros. Déjame hablarte de ti: sí, de ti. “Eres un milagro que camina y respira”.