Pero también de alegrías y de gozos, como las actividades en gimnasia, canto y baile.
Se graduó en Psicología en la Universidad de Arizona, aprendió a manejar, a secarse el pelo, a escribir 25 palabras por minuto con un bolígrafo y hasta a ponerse lentes de contacto.
Podemos suponer la cantidad de retos y de esfuerzo que le han implicado a Jessica Cox llegar hasta este momento. Ante un ejemplo como este, uno no puede sino quitarse el sombrero del corazón y buscar imitar a personas como Jessica, con un corazón grande en un mundo que le queda muy, pero muy pequeño.