Villas italianas sobre acantilados forman parte de Cinque Terre, un área protegida

Dieciocho kilómetros de costa sobre el Mediterráneo, pertenecientes a la provincia de La Spezia en la región de Liguria, resguardan uno de los escenarios más espectaculares de la península itálica: Cinque Terre.

Este genuino paraíso —junto con Porto Venere y las islas de Palmaria, Tino y Tinetto— inscrito en el Patrimonio de la Humanidad, representa un notable ejemplo de cómo una sociedad puede transformar el ambiente, sin que ello signifique alterar la belleza de su paisaje.

Localizado a unos 160 kilómetros de Florencia, es ideal para una escapada de fin de semana y descubrir entre acantilados, colinas y terrazas sembradas de viñedos el encanto de las pequeñas y coloridas villas marineras de Monterosso, Vernazza, Corniglia, Manarola y Riomaggiore, que juntas formanparte del Parque Nacional Cinque Terre.

El senderismo es la mejor forma de recorrer esta área natural protegida, pues existen rutas que conducen de un pueblo a otro y pueden explorarse de la mano de guías locales, lo que asegura, por un lado, una experiencia auténtica y, por otro, el cuidado de esta frágil zona.

Enclavada en un pequeño golfo de aguas transparentes, Monterosso es la más poblada de las cinco localidades y también la más concurrida por albergar elegantes residencias, bonitas playas y estrechos callejones que llevan hasta el casco antiguo. La iglesia gótica de San Bautista, la de San Francisco, el convento de los Capuchinos y el parque Eugenio Montale son de visita obligada.

Desde tiempos del imperio romano, el puerto natural de Vernazza se convirtió en el centro de la actividad del pueblo. Sobresalen la pintoresca plaza con vista al mar, la iglesia de Santa Margarita de Antioquía y los vestigios del castillo medieval de Doria.

A 100 metros por encima del mar surge el emplazamiento de Corniglia, población que durante siglos se ha dedicado al cultivo de la vid y el olivo. Se une a la playa a través de 365 escalones. Recomiendo dar un paseo por las ruinas de la fortaleza y visitar la iglesia de San Pedro y la capilla de Santa Catarina.

No menos colorida resulta Manarola; sus edificaciones parecen esculpidas en la misma roca. Es especialmente famosa por presentar durante la época navideña el mayor belén del mundo y por la producción de aceite de oliva y de vino dulce. Alberga también al Santuario de Nuestra Señora de la Salud, uno de los más célebres de la región.

En el corazón del parque, Riomaggiore es un pequeño pueblo de pescadores, de ambiente romántico y tranquilo con casas de colores pastel y diminutas y empinadas callejuelas, donde dominan un antiguo castillo medieval, la catedral y la iglesia de San Juan Bautista.

Para dormir

Porto Roca. Es un clásico con más de cinco décadas, en privilegiado emplazamiento de Monterosso. 40 habitaciones confortables y pequeñas. Via Corone 1. www.portoroca.it

Para comer

Belforte. Toda una institución local de pescados y mariscos. Via Guidoni 42. Vernazza.

Miky. Cocina regional con acento casero. Sobresalientes pescados y mariscos. Via Fegina

104. Monterosso. T Nessum Dorma. Productos locales preparados con sencillez, buenos vinos y agraciada vista para cenar al atardecer. Punta Bonfiglio. Manarola

 

 

 

 

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