Una experiencia de vida: el camino de Santiago

Es aquí donde radica capacidad de orar, de estar en comunión con Dios

Y llevaré todo aquello que no pesa: Muchos nombres con su historia; Mil rostros en el recuerdo; La vida en el horizonte; Proyectos en el camino; Valor si tú me lo das; Amor que cura y no exige.” Alfonso II, rey de Asturias, mandó construir una iglesia en el lugar donde, de acuerdo a la voz de la tradición, reposan los restos del apóstol Santiago. A partir del siglo XV, esta iglesia se convirtió en uno de los principales centros de peregrinación de la Cristiandad y dio origen al actual Camino de Santiago. La peregrinación a Santiago fue el acontecer religioso y cultural más destacable de la Edad Media y fue declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Vivir el “Camino” consiste en peregrinar caminando desde alguna parte del mundo, norte o sur, hasta llegar a Santiago. Para recibir tu “Compostela” es necesario recorrer como mínimo 120km caminando, en caballo o en bicicleta. Hay gente que lo hace por un reto personal, vivir una experiencia espiritual, conocer gente diferente o incluso un reto deportivo. En lo que todos coinciden es que durante la caminata, se viven experiencias maravillosas y enriquecedoras. Paulo Coehlo descubrió al hacer el camino que quería convertirse en escritor. Catalina Santos, una prima muy querida, tuvo el regalo de hacer el camino el año pasado junto con Dany su hermana y su mamá. Le pedí que me compartiera sus luces y lecciones para compartírselas. Por lo pronto, les comparto las lecciones de vida de Caty, aprender de su experiencia para vivir de manera más sabia nuestra forma de vivir y con un mayor sentido.

El equipaje en nuestras vidas. “Así pues no os preocupéis del mañana, que el mañana se ocupara de sí. A cada día le bastan sus propios problemas” El equipaje en el camino es sencillo, pero habla de las cosas importantes. Así como en la vida, muchas veces cargamos o nos aferramos a cosas ya sean materiales, rencores, envidias, resentimientos, sentimientos negativos, etc. que lo único que hacen es hacer nuestra carga sea más pesada, distrayéndonos del verdadero sentido de la vida que es saber caminar con un corazón que ama, que aprecia la sencillez, la humildad, un corazón que se asombra con todo, que valora la naturaleza y que realmente sabe que no se necesitan tantas cosas más que un corazón agradecido y amoroso para ser feliz.

Dios quiere que le pidamos cosas grandes

Se piensa demasiado en el camino, se piensa en todo. Proyectos futuros, defectos, cualidades, miedos, propósitos, amigos… Dentro de este ambiente de reflexión contigo mismo y con un panorama inspirador, surgen mágicamente como palomitas las respuestas a muchas de tus preguntas. Empiezas a sentir como tu interior se va llenando de claridad y escuchas una voz interior que te habla y tú le contestas con una sonrisa. “Quiero hacer de ti, cosas grandes, quiero que me PIDAS cosas grandes.” Dejémonos de mediocridades, de andar mendigando por amores que no son sanos o de estar cerca de personas que no nos empujen hacia delante… Deja los planes que tú crees que son los mejores para ti y déjate sorprender por la grandeza de los planes que tiene Dios para tu vida. Dios nos ama y Él quiere que le pidamos cosas grandes, cosas retadoras, cosas que nos saquen de nuestra zona de confort y que nos hagan crecer como personas.

Que increíble es saber que Él no se deja ganar en generosidad y que sus planes y regalos para nosotros están fuera de nuestro entendimiento. Es por esto que llego a esta conclusión corrigiendo un poco el título de este segundo punto. Pidámosle a Dios cosas eternas porque realmente lo que nuestra cabeza define como “grandeza” no se compara con la eternidad de Dios y sus infinitas posibilidades. Él está listo para regalarnos infinidad de cosas, quiere que le pidamos cosas que duren hasta la eternidad. Con esto me refiero a pedirle que nos dé un corazón capaz de amar sin límites y que nos ayude a que cada acción que nazca de nuestro corazón sea tan pura que, aunque sea cocinar, lavar los platos o cantar en la misa lo hagamos para darle gloria a él. Porque por más pequeña que pensamos que es nuestra acción, para Dios vale la eternidad.

Si estás listo para dejar tus planes en manos de Dios, prepárate para ver la mano de Dios en todos tus planes y sobre todo prepárate para recibir muchísimo más de lo que alguna vez imaginaste. Para Dios no hay imposibles, no tengamos miedo de entregar nuestros planes a él, de entregar nuestras limitaciones a él y de poner nuestra confianza en él. Gracias Catalina Santos Gómez, por compartirnos un pedacito de ti y permitirnos hacer vida estas reflexiones, para vivir de cara a Dios buscando hacer pequeñas cosas que le agraden, cosas eternas.

Marijose César

Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.