Para ayudarle a tu hijo es importante que no te culpes por lo que está viviendo, que aceptes que ya es un hecho que está teniendo estrés o ansiedad y que generes conciencia de qué es lo que puedes hacer para ayudarle a partir de ahora.
Enfócate en modificar todo eso que ya no está funcionando en tu dinámica familiar o cotidiana.
Muchas veces como papás nos sentamos a ‘platicar’ con los hijos, para hablar y hablar y hablar y decirles qué hacer, en lo que están mal y lo que deben hacer para estar bien. No funciona así, en realidad, es un poco al revés. Se trata de que te sientes a escuchar, y descubras el inmenso e increíble mundo que hay dentro de tu hijo, tenga la edad que tenga. Pregúntale ¿a qué le tienes miedo? ¿qué te preocupa? sin responder cosas como ‘no pasa nada’ o ‘no importa’. Mejor responde cosas como… ‘te entiendo, en algún momento cuando era niño también sentí miedo’, ‘te entiendo… yo te acompaño y juntos vamos a encontrar la forma de que te sientas mejor’. Para ayudarle a tu hijo, será importante que tú mismo recuerdes esos momentos de tu infancia donde te sentiste parecido. Pregúntate ¿qué me hubiera gustado que hicieran mis papás? y entonces… no lo dudes y hazlo.
Explícale lo que está sintiendo, sin censurar o minimizar lo que te platica.
Tan básico como ‘estás creciendo’, ‘te sientes con miedo porque no sabes lo que va a pasar’, ‘te sientes presionado por sacar buenas calificaciones’, ‘no tienes claro qué pasa con nosotros’, etc.
Ayúdale a canalizar eso que siente
Ya lo escuchaste, ya le explicaste qué le pasa, ahora ayúdalo a canalizar lo que siente. Esto lo puedes hacer con una hoja y colores, diciéndole que dibuje lo que siente. También puede ser que se vayan a un lugar donde pueda gritar con todas sus fuerzas la frustración, el enojo o el miedo, si tiene algún miedo a fantasmas o monstruos, puedes acompañarlo a abrir la puerta del clóset y enfrentar…
Enséñale lo increíble que es vivir en el presente
Intenta platicar sobre lo que está pasando en el momento y no tanto sobre lo que pasó o sobre lo que va a pasar, pues muchas veces somos nosotros los adultos los que los separamos del presente, los interrumpimos de sus actividades y en lugar de conectar con ellos, hablamos y hablamos sobre lo que hicimos o vamos a hacer. Conecta con tu hijo en actividades donde no tengas que estar ‘encima de él o ella’. Salgan a la naturaleza, salgan de la rutina, hagan algo diferente que no involucre ‘estímulo-fuga-estímulo’. Sácalo de la rutina de tecnología-tarea-exigencias.
Modifica su dieta de alimentos y de tecnología
Es algo muy importante bajar la cantidad de azúcar y colorantes en la dieta de los niños, así como en disminuir radicalmente el tiempo que pasan frente a una pantalla. Estas dos cosas están íntimamente relacionadas con el estrés, la ansiedad y el déficit de atención en los niños. Imagínate. Un niño está hecho para estar activo todo el día, es a través del movimiento físico que conecta las neuronas en su cerebro y aprende, pero les pedimos que consuman más azúcar, teniendo más energía aún, y que no la usen ni la gasten mientras que están sentados frente a una pantalla. ¿El resultado? una dinamita en el interior que no sabe cómo salir, y de ahí viene la angustia, la desesperación y los berrinches.
Ponle un ritmo, no rígido, de rutinas predecibles con énfasis en el sueño
Dormir para los niños es igual de importante que comer, y cuando no obtienen el sueño suficiente, su cerebro entra en modalidad ‘estrés’ y se pone difícil la situación. Dale importancia a que esté durmiendo las suficientes horas.
Dale tiempo de calidad y de conexión
Si algo quieren los niños, es conectar con sus padres. Y para ello, no necesitan que estés diciéndole todo el día qué hacer necesitan que les dediques por lo menos 10 minutos al día, de total atención. Sé espontáneo, juega y ríe con ellos, muévete también, corre, salta o baila con ellos…
