“Tu mundo exterior es un reflejo de tu mundo interior.”
Paulo Coelho decía que las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas. ¿Qué tengo que cambiar yo? ¿En qué estoy mal? ¿Qué me corrompe o me impide ser una persona de una sola pieza?
Sabias palabras de María Ortiz, quién decía “Cuando percibo resentimiento, odio y violencia fuera de mí, me conecto con mi propio resentimiento, mi propio odio y mi propia violencia. Sé que sólo sanándome sana el mundo.”
Un cambio profundo y de raíz se produce cuando la persona y la comunidad se hacen responsables; cuando se deja de culpar y se empieza por ser propositivo; cuando se exige a sí mismo trabajar en eso que se quiere, hasta que se logra.
¿Qué me toca a mí?
Sanar en mi interior el rencor que habita, pues mientras, seguiré escupiendo rencor ante tanto político, sociedad, comadre, amiga e institución.
Sanar mis carencias, pues mientras, seguiré buscando que me den y me llenen, y jamás me sentiré completo, feliz y libre para dar en calidad.
Sanar mis duelos, pues el dolor que me desgarra a gritos, desgarra a la persona que se mete en mi carril y despotrico hasta lo que no.
Sanar mis corajes, envidias, orgullos, celos, todo tipo de emociones negativas. Pues me generarán una mente más juiciosa, menos compasiva, más filosa y menos transparente.
Sanarme, perdonarme, aceptarme y agradecerme por la persona que soy. Buscando comprometerme para mejorar mis áreas de oportunidad y ser la mejor versión de mi mismo.
Mirar con amor al otro, sintiendo su dolor, escuchando, acompañando. Así se vive el amor.
Cuando comprenda que el cambio comienza por sanarme a mí, estaré comenzando a sanar lo que me toca. Mi sanación hará eco en mi entorno, y se esparcirá hasta dónde Dios lo permita.
Cuando comprenda que mirar adentro, es transformarme, empezaré el verdadero cambio.
Cuando tolere lo que la otra persona diga, haga, hable, actúe, y no se encienda en mí la parte más obscura, estaré siendo parte del cambio, pues vibro el respeto y la tolerancia.
Cuando me ame, más que a nadie, y abrace esa pura esencia que habita en mi, actuaré en libertad. En esa libertad, dejaré de querer afirmarle a mi ego que soy valiosa, porque ya lo sé.
¿Deseas ser un factor de cambio en tu entorno? Empieza por ti, de ti depende. Recuerda que sólo tu, de la mano de Dios, puedes transformar tu vida. Nadie llega a la cima superando a los demás, sino superándose a sí mismo.
Te comparto unas afirmaciones para sanar de la técnica hoponopono, repítelas cuantas veces puedas al día.
“Dios mío, limpia mis recuerdos negativos y transmútalos en luz, neutralizando sus efectos que son los problemas en mi vida.”
“Dios mío, aunque me cueste perdonar a alguien, yo soy quien pide perdón a ese alguien ahora, por lo que pasó en ese instante, en ese tiempo. Lo siento, perdóname, gracias, te amo.”
“Padre, esta sensación de desagrado que tengo hacia esta persona, de ira o de rabia que me surge, sánala dentro de mí. Sana las memorias dolorosas que provocan esa ira en mí. Lo siento, perdóname, te amo, gracias.”
“Asumo al cien por cien mi responsabilidad en todas las situaciones y experiencias en mi vida y por la vida de todos los involucrados, por mis actos y sus actos, yo los libero de toda responsabilidad. Lo siento, por las memorias que comparto con ellos, ahora son libres y yo soy libre. Te amo, gracias.”
LA AUTORA
Mamá, esposa, terapeuta y coach Internacional por la Escuela Internacional de Coaching en España y en New York University, Certificada en Superar pérdidas emocionales por The Grief Recovery Institute. Experta en Comunicación asertiva.
Te podría interesar: UN VERANO PARA CONECTAR