El sonido del pasado

Pasar unas horas sin luz eléctrica nos permitió hacer un viaje para reencontrarnos con los gozos que teníamos en el pasado

 Como en otras ocasiones la luz se fue; nos quedamos a oscuras y enmudecidos pero con la seguridad de que en unos pocos minutos el servicio se restablecería. Sin embargo, el tiempo pasó y continuábamos en las tinieblas, aislados. Al marcar en el teléfono el 071 encontramos el incansable timbre de ocupado, y en el 911 había que ser pacientes… esperar a que contestaran, aunque nunca se escuchó una voz del otro lado de la línea. Fue como si todo el municipio se hubiera apagado. Entonces, nos aventuramos a salir de la casa para encontrarnos, afuera, con todos los vecinos que también estaban instalándose en la banqueta.

El tema de conversación era el apagón. Algunos ya tenían sus teorías y sus especulaciones: que si se debía a una falla ordinaria o una situación excepcional, que si en unos minutos estaría de vuelta, o que tardaría varios días, que si era solo en nuestra cuadra o en todo el norte del país. Todos expresamos nuestras opiniones y escuchábamos con interés las de los demás. Todos parecían tener algo de razón, algo de objetividad y otro tanto de exageración o fantasía. La conversación se desarrolló articulada, con armonía mientras que, al fondo, como una melodía, se escuchaban las risas de los niños. Los pequeños, aburridos de estar encerrados en sus casas se habían salido a la calle a jugar con un balón. En muy poco tiempo habían improvisado una cancha de futbol sobre una calle sin flujo de vehículos. Distribuidos en dos equipos empezaron el partido. La pelota retumbaba aquí y allá y los gritos entusiasmados nos contagiaron su alegría.

El apagón nos permitió hacer realidad algo imposible: viajar al pasado. Recuperamos aquellos días de calma en los que no dependíamos de nuestros aparatos electrónicos sino que la voz y la presencia eran nuestras herramientas de comunicación. Volvimos a confiar y a interesarnos en las personas que están cerca de nosotros. Encontramos en ellos abrigo, calidez y solidaridad. Nos reencontramos nuevamente con la luz de las velas.

Al tiempo que esta escena del pasado se abría paso en el presente, de pronto, las tiendas de conveniencia, los supermercados y los principales comercios se vieron abarrotados por la gente que hacía compras de pánico. Buscaban abastecerse de agua, víveres, lámparas, baterías, hieleras y demás. Era como si el miedo hubiera trepado rápido para apoderarse de nuestras acciones.

Pero, en realidad, ¿a qué le tenemos miedo? ¿A unas cuántas horas en la oscuridad?, ¿a la cercanía?, ¿a “tener” que socializar?, ¿o a no poder ocultarnos detrás de la pantalla de un aparato, una foto retocada o un diálogo estudiado?

La falta de luz reflejó nuestros miedos así como nuestra absoluta dependencia a este recurso eléctrico. Sin embargo, también nos permitió volver a disfrutar de esa vida que surge cuando se va la luz. Y a ti, el apagón ¿te dejó paz o te la quitó?

Clara Villarreal

Consultora de imagen personal, etiqueta empresarial y protocolo Institucional y organizacional.