SALPICÓN: LECTURAS, ALIMENTOS Y PANDEMIA 2/2

Aún no vislumbramos en el horizonte todo lo que ha cambiado y todo lo que va a cambiar en nuestra vida con motivo de la pandemia del virus chino.

Eso que Norbert Elías llamó el “proceso de la civilización.” Y civilización y cultura es lo que nos rodea y es lo que ha hecho el ser humano para modificar su entorno. Incluyendo a la naturaleza.

Pero, usted lo sabe, la naturaleza ya reniega de nosotros al ser tantos millones sobre esto llamado tierra. Mientras cuadramos un rompecabezas y vemos las pocas o muchas opciones en nuestro inmediato futuro por la llegada de tan feroz invitado sorpresa, nos queda por disfrutar las pasiones y placeres.

Y esas pasiones y placeres son casi todos propiedad y atribución de seres humanos: los animales comen para vivir, nosotros amén de eso, lo hacemos como un placer de dioses. Los animales beben para saciar su sed, nosotros amén de ello, hemos elevado a calidad divina una buena copa de cerveza, de ron o vino tinto. Por algo señor lector, por algo será estimado lector que el Eclesiastés dice a la letra: “No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios.” (Ec. 2:24).            

Días de lectura, alimentos y pandemia. En estos días de confinamiento, di cuenta de varios libros, entre ellos “El pez en el agua”, las memorias del Nobel peruano nacionalizado español, Mario Vargas Llosa. Un volumen, un tabique de más de 540 páginas. El texto es libro a mata caballo entre las memorias, el testimonio, el análisis político, la reflexión, la crítica literaria, la confesión, la reflexión y sí, todo aquello que rodea la creación total de un escritor. Y no cualquier esteta, sino uno tan grande, que mereció ya el Premio Nobel de Literatura. 

De este enorme fresco que es el libro de Vargas Llosa, hay varias y sobradas referencias a los alimentos y bebidas que todo lo rodean en el ser humano. Desde el destete de un bebé, hasta las grandes celebraciones y recepciones pro un logro obtenido, todo o lo mejor en la vida, tiene que ver con el disfrute estético de los sentidos. Y lo sentidos funcionan mejor, mucho mejor cuando tenemos la panza llena y contenta. Amén de contar cuando en sus años mozos descubrió a los escritores franceses, los cuales lo moldearon y lo catapultaron hacia su vocación de escritor, Vargas Llosa platica que el pertenecer al equipo de natación de su colegio, el “Leoncio Prado”, “tenía la ventaja que a uno le daban sobrealimentación (un huevo frito en el desayuno y un vaso de leche a media tarde)…” 

En otro apartado habla de las propinas dominicales que le daban en su familia, lo que aquí en el norte decíamos a nuestros padres, “un domingo.” Con ese dinero el joven Vargas Llosa “tenía de sobra para la matineé, los cigarrillos Viceroy que comprábamos sueltos o para tomarnos una copia de “Capitán.” A saber dicha bebida que se antoja: mezcla de vermouth y pisco. En Piura, donde, el verano era de una “luz blanca y asfixiante calor”, donde cursó sus estudios secundarios, el Nobel recuerda de los “panes con mantequilla, los refrescos y el café con leche” el cual preparaban su abuela Carmen y la Mamaé, ese tipo de señoras que se encargan de todo en ciertas familias a las cuales terminan perteneciendo hasta su muerte. 

Sobran las referencias gastronómicas. Falta espacio para reseñarlas todas aquí. Lo bien cierto es que ahora, hoy, Perú es un referente mundial de buena cocina merced a un hombre que elevó a categoría divina los ingredientes y cocina de dicho país: Gastón Acurio. Todo, todo tiene su tiempo, dice Eclesiastés: “… todo lo que se  quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir…” (Ec. 3: 1-2). En tiempos difíciles como los de hoy, elija usted una sola cosa señor lector: viva, coma y beba. Y claro, lea harto.    

Jesus R. Cedillo

Escritor y periodista saltillense. Ha publicado en los principales diarios y revistas de México. Ganador de siete premios de periodismo cultural de la UAdeC en diversos géneros periodísticos.